OTROS ÁNGULOS

Zambada, lengua de fuego

Banalizar lo que vemos en el juicio a García Luna y los testigos presentados, explican la vuelta de la bestia

OPINIÓN

·
Raúl Cremoux / Otros Ángulos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Fue capturado en 2008, pasó cuatro años en cárceles mexicanas y fue extraditado a Estados Unidos en 2012. 

Reconoció un buen número de delitos relacionados con el narcotráfico, en complicidad con comandantes de la entonces PGR, sobornó a policías federales y de caminos, a distintos militares y hasta la Interpol, según sus propios dichos.

Allá en Estados Unidos con sus confesiones,  encontró acomodo en el nicho de “testigos protegidos” y con esa salvaguarda, a finales de 2018, atestiguó contra El Chapo Guzmán.  Apenas antier, durante el juicio contra el exsecretario de Seguridad Pública Genaro García Luna, el delincuente aseguró le entregó a ese exfuncionario, cinco millones de dólares como pago a la protección que pudiera brindarle. 

De paso, Zambada indicó que pagó “unos cuantos millones de dólares a un funcionario de la Ciudad de México cuando López Obrador era jefe de Gobierno”. 

Después de declarar contra El Chapo fue sentenciado a sólo 12 años de prisión, y digo sólo ya que él mismo, asegura, llevó a EU unas 100 toneladas de droga al mes, valuadas y vendidas entre 2.5 y tres millones de dólares. ¿Cuántas toneladas ingresaron para roer el alma de millones de estadounidenses? No obstante, la pena se dio como satisfecha. Hoy, con otra identidad, vive en Estados Unidos con su familia.

¿Qué tanto podrá creerle el jurado a este individuo? También se detuvo a indicar que su banda comenzó a crecer en tiempos de Fox, y de ahí en adelante hasta alcanzar una nómina con agentes de la AFI, la PGR, policías federales y altos jefes militares.

Zambada, su hermano El Mayo, El Chapo y sus cómplices activos o por omisión han hecho que la adicción a las drogas cause daños infinitos e irrecuperables a la población de muchos países, creando la idea de que la muerte omnipresente desprecie a la vida. 

Hoy existe entre nosotros una especie de consentimiento a la violencia, la droga, el crimen que pintan con brochazos gordos la atmósfera del país. 

Estos criminales, y esto incluye a empresarios, funcionarios públicos y solapadores en la opinión pública, secreten un nuevo sudor de tolerancia y de ejemplo a los jóvenes carentes de oportunidades. 

La violencia de los grupos de narcos, es coacción física, perjuicio, daño, acoso a la integridad, a la libertad y al derecho a la vida. Banalizar lo que vemos en el juicio a García Luna y a los testigos presentados, explican la vuelta de la bestia. 

De facto hemos cruzado el umbral que nunca debimos pasar.

Desapareció la coherencia para dar lugar a lo irracional, al caos producto de acciones aleatorias sin relación entre sí. La cohesión social se desmorona y sin identidad colectiva, volvemos al primitivismo.

 

POR RAÚL CREMOUX 

ESCRITOR Y PERIODISTA

@RAULCREMOUX

LSN