En el entorno internacional, se ha hablado mucho de la crisis económica provocada por la emergencia sanitaria de la Covid-19, sumado a la guerra de Rusia y Ucrania y sus repercusiones en la ruptura de las cadenas de suministro en varios productos a nivel mundial. Baja en los empleos, escasez de bienes y servicios causa un desequilibrio entre oferta y demanda, ocasionando el alza en los precios y por ende una pérdida en el poder adquisitivo de la población, según dice la teoría.
Ante esto, la receta conocida se implementa a través de mayor generación de empleo, mayor valor al salario mínimo, sustitución de importaciones y mayor consumo generará la ansiada recuperación económica, también nos dice la teoría.
Con este remedio teórico, las proyecciones económicas comenzaron a surgir en nuestro país colocando al PIB, para este año que comienza, en un crecimiento entre un 1,2 y un 3 por ciento, sin embargo el primer golpe de realidad lo dio la finalización de enero y su reporte por parte del Inegi con una inflación del 7,91 % a tasa anual, algunas décimas mayor a las presentadas al cierre de diciembre de 2022, cuando se registró una inflación del 7,82 %, incluso más alto de las predicciones del mismo Banco de México (Banxico), las cuales remitían a que la inflación se comportaría así durante el primer trimestre 7.5 por ciento; bajando para el segundo trimestre a 5.9 %; el tercer trimestre se coloca en tendencia con un 4.8, llegando a su momento más bajo en el cuarto trimestre (4.2 %) en el año.
Sin embargo es sabido por todos que estas predicciones económicas suelen fallar, ya sea por las externalidades o bien, por situaciones en el ámbito local o una combinación de estas. Por lo que el jueves pasado el Banco Central mexicano ha hecho algunas modificaciones subiendo sus estimaciones algunas décimas porcentuales por trimestre.
Aunque quisiera creerlo, no considero que las estimaciones de Banxico correspondan a la realidad y menos que vayan a ser en forma lineal, pues en el 2022 vivimos alzas y bajas en la inflación, en agosto y septiembre se ubicó en 8.7 %, posteriormente, octubre y noviembre tuvieron una inflación más baja, 8.41 % y 7.8 %, respectivamente, hasta llegar a este enero, es decir, nuestro país aún no encuentra los elementos que den certeza que la inflación podría reducirse.
En este sentido, lo que sorprende del comunicado de Banxico es que decidió elevar la tasa de interés en 50 puntos base cuando se esperaba un aumento de 25, tal y como lo hizo la Reserva Federal en Estados Unidos, provocando un récord histórico de un 11 por ciento, al menos hasta su próxima reunión (30 de marzo), donde podría reducirse.
Esto significa, que con tu dinero podrás adquirir menos productos, según Coneval, cada persona necesitamos $1,644 pesos mensuales para adquirir los alimentos básicos en zona rural y cerca de $2,200 en las áreas urbanas del país.
Asimismo, esta tasa de interés lo que hace tangible es un duro castigo a los deudores.
Como lo mencioné antes, no considero que alcancemos una disminución óptima de la inflación a lo largo de este año, empero sí creo que Banxico está siguiendo el remedio, al menos teórico, adecuado para contener esta inflación en nuestro país. Esperemos que en esta ocasión la realidad sí se adapte a la teoría.
POR ADRIANA SARUR
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MAAZ