COLUMNA INVITADA

La justicia debe llegar

Cuando una mujer habla respecto de su vivencia, la premisa se repite: “quiero que nadie más viva lo que yo viví,” y la sociedad y el estado de derecho nos ha dictado que la manera en la que el Estado puede garantizar que no haya ni una más es que se denuncie por la vía legal

OPINIÓN

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Diana Murrieta / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La denuncia siempre es un medio de justicia complejo para las víctimas/sobrevivientes que lo atraviesan, es normal tener dudas, miedos, incertidumbres, o caminos que parecen ser contradictorios o cíclicos, la realidad es que el proceso no es lineal y que cada uno tiene su propia complejidad.

Estos últimos años hemos podido escuchar denuncias públicas de diversos tipos de agresores, probablemente los más conocidos sean aquellos que tienen o tuvieron algún tipo de poder y que por ende, la justicia se vuelve más lejana. Es importante saber que la justicia no es un concepto denominativo, justicia en derecho y en feminismo pueden ser conceptos similares pero no puntualmente exactos; pero hablemos que la justicia es un término que define la propia víctima como método de sanación y liberación.

Cuando una mujer habla respecto de su vivencia, la premisa se repite: “quiero que nadie más viva lo que yo viví,” y la sociedad y el estado de derecho nos ha dictado que la manera en la que el Estado puede garantizar que no haya ni una más es que se denuncie por la vía legal.

Los procesos legales han ido adaptandose de acuerdo a las necesidades de la sociedad pero también de las denunciantes, aunque al día de hoy no podríamos hablar de un proceso acercado a la justicia en tanto las autoridades aún no se encuentran totalmente capacitadas o continúan con procesos de revictimización ante las propias mujeres (violencia sistematica), hay menos miedos de los que había hace algunos años, esto en gran medida a que el movimiento feminista se ha robustecido y nos hemos acuerpado más y de mejor manera.

Volviendo a los abusos de poder dentro de los procesos judiciales, uno de los más comunes que me ha tocado observar desde el activismo es cuando los agresores deciden extraerse de la justicia, esto puede ser de diversas formas pero la principal es fugándose del Estado donde se le está investigando, algunos incluso llegan a fugarse del país y con eso, maximizan la complejidad con procesos de búsqueda o extradición.

Algunas víctimas pierden mucha seguridad ante esto o dejan de confiar en las autoridades y en la justicia, porque entonces no habría valido la pena nada si no pueden asegurar el regreso de su agresor; además del hecho de la enorme inseguridad que atrae hacia ellas.

Ningún agresor debería de burlar a la justicia, ningún agresor debería huir del país dejando en espera lo inevitable, no deberían de existir mecanismos que faciliten la fuga a personas que están imputados de delitos en contra de víctimas, ni tampoco debería de haber países que reciban y protejan a este tipo de agresores.

Los lugares seguros siguen existiendo, en Israel o en Italia y México tiene que implementar política exterior feminista; queremos creer que la justicia también le llegará a personas poderosas o con poder adquisitivo. Exigir tratados, garantizar justicia, implementar políticas públicas también es cuidar a las mujeres y a sus derechos.

POR DIANA MURRIETA

PRESIDENTA Y FUNDADORA DE NOSOTRAS PARA ELLAS, A.C.

@DIANAMURRIETAM

MAIL diana.murrieta@nosotrasparaellas.org

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