MALOS MODOS

No más caras nuevas, por favor

Busquen políticos y servidores públicos razonablemente capaces y decentones, que sí los hay, y sobre todo, frenen ímpetus renovadores

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Un llamado a los políticos con aspiraciones para el año que viene: no más caras nuevas, por favor. No más aire fresco. No más renovaciones de la clase política, o de los “cuadros”, o del funcionariado. 

Entiendo, claro, que la política mexicana de antes es un campo minado de corruptazos e inútiles, y que por lo tanto está ahí la comprensible tentación de dar un volantazo. 

Entiendo también, por los años y la experiencia que acumulo, demasiados, que los lugares comunes aplican y el cambio es parte de la vida y bla bla bla. 

Sí, lo entiendo. 

Pero la experiencia me ha enseñado asimismo que es bueno apelar a los hechos, revisar la evidencia, ceñirse a lo tangible y bla bla bla, y los hechos nos enseñan dos o tres cosas que recomiendan un grado mínimo de escepticismo cuando se vienen los impulsos de renovación.

¿A qué me refiero? A que la administración chilanga se pulseó renovadora al inicio del sexenio, y la renovación nos trajo el ivermectinazo o el desastre sin precedentes del Metro, aparte de dos, o tres, o veinte desplantes de prepotencia funcionarial, no de vieja guardia, sino de viejísima guardia, de cuando, hace muchas décadas, los políticos no se sentían siquiera en la obligación de disimular su desprecio por los ciudadanos que los cuestionaban. Es increíble lo insufrible que puede ser un mocetón de 50 años.

Me refiero también a que la sociedad civil, o no sé quién, nos ofreció a un chamaco, al mismo tiempo exitoso frente al electorado y libre de los vicios de la política de antes, o sea a mi Kuma, y mi Kuma terminó por chapulinear con rumbo a Morena, que es de lo más rancio de la política nacional, porque no le daban los votos para otra cosa.

Y me refiero, sobre todo, a lo que terminó por pasar con el –diría Jorge Castañeda con agradecible mordacidad– Macron mexicano, es decir, con mi Samuel: ese performance del que a estas alturas no vale la pena volver a dar detalles, pero del que sí conviene recordar que es uno de los osos más espectaculares del siglo XXI mexicano.

No, no queremos más caras nuevas. Tampoco se trata, por supuesto, de aplicar el bartlettazo, es decir, de renovar la política en todos los planos, pero sobre todo el de la moral, como hizo nuestro Presidente, con el licenciado, o con Macedonio, o con Napito. 

Nada más, porfa, busquen políticos y servidores públicos razonablemente capaces y decentones, que sí los hay, y sobre todo frenen los ímpetus renovadores: antes de nombrar a un muchachito lleno de talento, cuenten hasta diez y oblíguense a una pausa reflexiva de veras larga. 

Porque también me refiero a que los que llegaron antes que nadie a revolucionar la política con ímpetus juveniles fueron los del Verde, unos auténticos pioneros, y así nos fue.

O a lo mejor es que ya di el viejazo. 

De ser así, mis disculpas.

POR JULIO PATÁN 

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

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