ARTE Y CONTEXTO

La navidad en primera persona

En mi caso las navidades con mi familia en Chihuahua fueron dichosas, porque tengo muchos primos y muchos tíos que nos compraban piñatas, dulces y se inventaban juegos para entretenernos

OPINIÓN

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Julen Ladrón de Guevara / Arte y Contexto / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La temporada navideña siempre detona recuerdos y sentimientos fuertes, a veces son gratos y a veces son tristes. En los resultados de mis encuestas caseras las respuestas dependen en gran medida de la edad, porque mientras más joven sea el encuestado más feliz se siente de llegar al 24 de diciembre con menos amargura, y no es para menos.

En mi caso las navidades con mi familia en Chihuahua fueron dichosas, porque tengo muchos primos y muchos tíos que nos compraban piñatas, dulces y se inventaban juegos para entretenernos. Las cenas eran siempre en casa de los abuelos, donde días antes la tía Lupe hacía buñuelos y tamales, siempre de malas y regañando a todo el mundo, pero hasta donde me quedé ese no era un impedimento para que todo estuviera listo y a la mesa el día de la cena. Esa casa era más o menos pequeña pero todavía cabíamos todos; tenía una escalera donde nos sentábamos a comer y todo era esplendoroso. No recuerdo momento de mi vida más feliz, donde me sintiera más importante para alguien, donde yo fuera parte de algo valioso y donde mi presencia fuera necesaria para que todos estuviéramos completos. Pero era una niña inmersa en una burbuja dorada que se reventaba nomás pasado el año nuevo.

Con el tiempo las cosas cambiaron, mis padres se separaron y las cenas de mi familia chihuahuense se quedaron atrapadas para siempre en esas burbujas inalcanzables que levitaron tan alto que nunca más las pude alcanzar. Mis primos se casaron, la familia se multiplicó y los abuelos se murieron así que ya no cabemos en esa casita a la que, de todas maneras, nunca volví. Después de esos tiempos la navidad me mortificaba, así que la odié por un rato largo, y después de unos años me gustó otra vez. Ahora, cada temporada busco a una familia grande y divertida con quién pasarla, porque me empeño en que sea un momento feliz; digamos que me reconcilié conmigo en la navidad, más que con la navidad misma.

Volviendo a mis encuestas caseras, a la gente le sucede más o menos lo mismo que a mí, a menos que tenga una familia grande y ”estable”, con bebés nuevos para celebrar con ellos y cosas así, pero mientras más años tenga el encuestado, menos se siente a gusto con el tema. Ya sea porque en el camino hayan sucedido cosas feas que lo hagan detestarla, que de pronto se haya convertido en activista Woke y considere que esta es una celebración capitalista y patriarcal donde se comen animales inocentes o algo así, o que de plano le importe un bledo; lo cierto es que a muchos adultos la temporada les hace menos ilusión. A mí cada vez me gusta más, pero también es cierto que cada vez me cuesta más trabajo encontrar cómo y con quién celebrarla; creo que me presiono de más para hacer de esta una temporada algo feliz para mí y en la mitad de los casos fracaso en mis intentos. Por suerte hay muchas cosas bonitas que ver y qué vivir con buenos amigos, comida deliciosa para preparar o comer, pretextos para comprar cosas lindas que en otro momento no me atrevería a adquirir y sobre todo, la sensación de que lo peor del año ya pasó junto con un montón de cosas horribles que estamos dejando atrás, y ese es el mejor regalo de navidad que nos podemos obsequiar.  

POR JULEN LADRÓN DE GUEVARA
CICLORAMA@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@JULENLDG

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