Más allá de las luces y las festividades, es un recordatorio de la importancia de cerrar ciclos y prepararse para los que vienen. En un mundo en constante cambio, especialmente en el ámbito empresarial y social, este mes nos invita a replantearnos nuestras acciones, a aprender de nuestros logros y fallos, y a recargar energías para un nuevo año.
La importancia de dar no se limita a obsequios materiales, aunque estos también tienen su valor. Dar es ofrecer parte de nosotros mismos, es compartir alegrías, apoyar en los momentos difíciles, brindar palabras de aliento o simplemente estar presentes. Dar es un acto de amor y generosidad que nos recuerda nuestra conexión con los demás, nuestra responsabilidad compartida de construir un mundo mejor.
Sin embargo, al igual que el arte de dar, saber recibir es igualmente fundamental. Recibir con gratitud, apertura y humildad es reconocer que todos somos interdependientes, que no estamos solos en este viaje y que cada gesto, palabra o detalle puede enriquecer nuestra existencia. Aceptar con gratitud nos permite crecer y construir sobre las bases que otros nos brindan.
El fin de año es también un recordatorio de la impermanencia de la vida y de la necesidad de cerrar ciclos para dar paso a nuevos comienzos. Es vital abrazar nuestros fallos, no como marcas de fracaso, sino como huellas de aprendizaje. Cada error, cada desvío, es una lección que, si se reconoce con sabiduría, nos prepara para un futuro más luminoso.
Mirar atrás y reconocer todas nuestras acciones, tanto las acertadas como las equivocadas, es una forma de agradecernos a nosotros mismos. Es una manera de decir: “Hice lo mejor que pude con lo que sabía en ese momento”. Es la oportunidad de aceptar nuestra humanidad, con sus imperfecciones y bellezas, y a partir de ahí, construir un camino más sabio y consciente.
En el ámbito empresarial, la necesidad de desconectar se ha vuelto más evidente que nunca. La saturación de información, el trabajo constante y la presión por obtener resultados pueden mermar nuestra creatividad y eficiencia. Diciembre es el mes perfecto para reconocer esta necesidad. Alejarse de la rutina, aunque sea por un corto periodo, puede ser la clave para regresar con una mente más clara, ideas frescas y una perspectiva renovada que impulse la innovación.
Al mirar hacia el 2024, recordemos que el equilibrio entre el impulso por alcanzar objetivos y la necesidad de reflexión y cuidado personal es esencial. En la confluencia de lo personal y lo empresarial, descubrimos que dar y recibir son acciones complementarias, esenciales para construir un futuro más próspero y eficiente.
A medida que culmina el año, valoremos cada logro y aprendizaje del 2023 y abramos las puertas al 2024 con determinación, creatividad y apertura.
¡Felices Fiestas!
POR MICHELLE FERRARI
Michelle.ferrari@greatculturetoinnovate.net
IG: @michferrarib
MAAZ