DIPLONOTAS

Las monarquías del Golfo

Se trata de Arabia Saudita, Emiratos Árabes -donde se encuentran Dubái-, Qatar, Omán, Baréin y Kuwait

OPINIÓN

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Beata Wojna / Diplonotas / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Muchos participantes del COP28 se quedaron asombrados cuando el sultán Al Jaber, jefe de la reunión climática que se celebra en Dubái habló abiertamente de su oposición a la eliminación del uso del gas, el petróleo y el carbón, y cuestionó incluso los argumentos científicos al respecto. 

Sin embargo, nadie debería sorprenderse, porque es difícil esperar que el representante de un país petrolero y jefe de la empresa petrolera estatal abogue por la eliminación de los pilares de su economía. 

Sería como pensar que en Dubái o en cualquiera de las monarquías del Golfo, conocidas por pisar constantemente los derechos de las mujeres y minorías LGBTQ, se comprometan de repente a una ambiciosa política de la igualdad de género.

Lo incongruente, en este contexto, es que se permitió la organización de la conferencia climática en un país que tiene un compromiso limitado con la lucha contra el cambio climático. Aunque muchos dirán que es la manera de sumar a los más resistentes, da la sensación de que la COP28 le sirve a Dubái sobre todo para construir su imagen internacional y defender a su sector energético.

Desde hace algunos años observamos el ascenso de las monarquías absolutas del Golfo. Se trata de seis países árabes y musulmanes, Arabia Saudita; Emiratos Árabes —donde se encuentran Dubái—; Qatar; Omán; Baréin y Kuwait que, gracias a su gas y petróleo, siempre tuvieron un peso destacado en el sector energético mundial.

Últimamente este grupo en el que resalta Arabia Saudita, como miembro del G20 y en breve de los BRICS, ha emprendido un camino para posicionarse como centro mundial de negocios, finanzas, innovación, tecnología y hasta  turismo.

 Asimismo, las monarquías del Golfo son relevantes para las inversiones globales a través de los fondos soberanos de inversión de Arabia Saudita, Abu Dabi, y Qatar.

A esto se suma un importante papel político de mediación que ha realizado Qatar en el conflicto entre Israel y Hamás, contribuyendo a una tregua temporal e intercambio de rehenes. 

Ese rol también lo intentó tener Arabia Saudita en la guerra entre Rusia y Ucrania.

Lo único que les falta a las monarquías del Golfo es cumplimiento de los derechos humanos y una buena imagen internacional.

Por eso han buscado mejorarla a través de medios de comunicación, redes sociales y organización de eventos mundiales como la Exposición Universal 2020 en Dubái, la Copa Mundial de la FIFA 2022 en Qatar y el de 2034, que se llevaría a cabo en Arabia Saudita.

Las monarquías del Golfo quieren proyectarse como centros de innovación y modernidad, mientras intentan mantener su identidad cultural y política.

Este esfuerzo por posicionarse como actores globales es un reflejo de su ambición y de las contradicciones inherentes a su proceso de modernización en el que el problema principal sigue siendo un desempeño muy pobre en ámbito de los derechos humanos.

Aunque en tiempos de confrontación entre grandes potencias este es un problema menor, antes o después lo tendrán que enfrentar. 

POR BEATA WOJNA

PROFESORA DE RELACIONES INTERNACIONALES

TECNOLÓGICO DE MONTERREY

@BEATAWOJNA

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