COLUMNA INVITADA

Machado no se equivocaba…

“La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés”, apuntaría el poeta español

OPINIÓN

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Diego Latorre / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Entre cantares y soledades, huyendo de la limpieza intelectual de su tiempo, el sabio poeta sevillano ya nos advertía: “Entre el vivir y el soñar, hay una tercera cosa. Adivínala”. Pero poco acostumbrados que estamos, nos cuesta reconocer la verdad.
¿Es la verdad lo que debemos adivinar?  Bla, bla, bla, será, en todo caso, verdades a medias.

“—¿Dijiste media verdad? Dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad”.

Lo cierto es que en Canaán se han visto cosas que no es posible admitir como verdad. “Estos filisteos desesperados sólo se curan con soga, otros con siete palabras: la fe se ha puesto de moda”. Pero no hay que esquilmar incautos a base de gatuperios, una media verdad, que no es la otra mitad, es que, “tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: despertar”.

La tregua es efímera y el llanto del viejo, amargo; él mirando al cielo pide una razón,  ¿por qué?, está en ruinas y cubierto de cenizas.

En el país de las últimas cosas, todo ya es al revés; “ya hubo quien pensó: cogito ergo non sum. ¡Qué exageración!” dicen los que conversan con los gitanos:

“—¿Cómo vamos compadrito?”

“—Dando vueltas al atajo”.

Y en esto del andar, entre cantares y ahora proverbios, mientras insistimos en nuestros temas, otros nos replican: “—Ya se oyen palabras viejas”.

¿Qué contestar, don Antonio?

“—Pues aguzad las orejas”.  

En realidad, no es escribir por escribir: “se miente más de la cuenta por falta de fantasía: también la verdad se inventa”, y en esto de mentir, sí que hay varios que de patanes van; y ahí el poeta tampoco se equivocaba:

“Todo narcisismo es un vicio feo, ya viejo vicio”; sin embargo, el propio mentiroso contumaz, replica:

“En mi soledad he visto cosas muy claras que no son verdad”; pero bueno, en su propia negación está la razón, ya que, en todo caso, dijo, se trató de una hecatombe: el enemigo como animal.

Y así nos fue por contradecir, es cierto, ante lo insoportable, de pronto encontramos lo que nunca buscamos: “las hojas del toronjil huelen a limón maduro”.

Mensaje recibido, mensaje puntual, “a las palabras de amor les sienta bien su poquito de exageración”.

¿Qué escribir entonces?

“—Bueno es saber que los vasos nos sirven para beber, lo malo es que no sabemos para qué sirve la sed”.

En aquel levante bíblico priva la irracionalidad:

“¿Dónde está la utilidad de nuestras utilidades? Volvamos a la verdad: vanidad de vanidades”; y así ayudarnos a comprender la desesperanza y la desesperación:
: relativismo ético, indignación selectiva, una escandalosa desigualdad y la repetición de ciclos de locura interminables,

insostenibles, que martirizan más allá de la imaginación.

Resolverlo nunca había sido más urgente, y en esto, Machado no se equivocaba:

“Hoy es siempre todavía”.

POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
SOCIO DIRECTOR DE LATORRE & ROJO, S.C.
@DIEGOLGPN

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