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En la semana cayó -en uno de los múltiples chats de WhatsApp en que estoy dado de alta- el libro de  Switcher S2 de Gabriel González-Molina

OPINIÓN

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Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En la semana cayó -en uno de los múltiples chats de WhatsApp en que estoy dado de alta- el libro de Switcher S2 de Gabriel González-Molina. En su más reciente investigación se apresta a analizar el segmento de los indecisos, es decir, los switchers. Estos son los electores racionales que utilizan su voto para premiar o castigar gestiones, que votan estratégicamente en aras de que no gane su última opción y que no votan a lo largo de clivajes ideológicos. Más bien hacen juicios prospectivos y votan en consecuencia.

Para el autor las campañas realmente importan y son atajos informativos que los votantes utilizan para decidir su voto. Y los que decidirán la elección no son los electores plebiscitarios; tampoco lo hará el voto duro de los partidos. Los que deciden la elección son los indecisos. En la eventualidad de que se decidan a ir a votar el día de la jornada electoral.

Para González-Molina los switchers son los votantes que no han decidido su voto. No son indecisos ya que no son neutrales: “gravitan alrededor de dos o más opciones”. En su investigación sostiene que los switchers determinarán los resultados de las elecciones del próximo año. Los argumentos de González-Molina se sostienen bajo el supuesto de que las ciudadanas están pendientes de las campañas y conocen la oferta programática de los diferentes proyectos políticos.

Es decir, los switchers de Molina, son también political junkies. Los drivers de los votantes, es decir, lo que los motiva a asistir a las urnas y a orientar su voto es una “polarización estética” sobre la eficacia gubernamental y el resentimiento en contra de los actos de corrupción de la clase política.

González-Molina desliza la idea de que los altos índices de aprobación de AMLO se pudieran transferir en automático en forma de votos a favor de su candidata y asegura que otro de los errores de percepción de los estrategas de campaña es creer que pueden ganar el 2024 sin el segmento switcher.

Tiene razón pero primero, como diría el Meme Garza, “hay que asegurar a los de casa”. Las conclusiones de la investigación son alentadoras para la oposición ya que cuentan con un voto duro mayor que el de AMLO y a un segundo grupo de switchers que comprende al 35% del electorado.

Los Switchers 2 privilegian la meritocracia versus el asistencialismo, se inclinarían por la candidata que ponga en el centro de su oferta programática la generación de empleo y la seguridad. Las ciudadanas más que dádivas quieren escuchar una narrativa que les ofrezca oportunidades para salir adelante. De acuerdo con el estudio, los S2 se sienten agraviados por los altos índices de corrupción, el aumento de la inseguridad y el desmantelamiento del sistema de salud.

Para ganar, la oposición tendrá que generar una narrativa aspiracionista que sea más poderosa y atractiva que estirar la mano y recibir alguna dádiva. La narrativa de que el Estado no debe de ser un lastre para el desarrollo de los individuos y que su único papel es proveer un ambiente seguro, libre de violencia y nivelar el terreno para que los individuos puedan desarrollarse por su esfuerzo, capacidades y aspiraciones.

La oposición no tiene que inventar el hilo negro, la erradicación de la pobreza con base en la generación de empleo, la seguridad y contención de la autarquía narco-populista y la estabilidad macroeconómica son elementos suficientemente atractivos para convencer a amplios sectores de la población que hoy son asediados por los gobiernos morenistas.

“Cruzar el río” y hablarle a los obradoristas es un error garrafal que no los hará cambiar de opinión y obligará a los de casa a abstenerse de votar o buscar otras opciones. Lo voy a decir ad nauseam: el populismo no se combate o erradica con más populismo. 

POR ALEJANDRO ECHEGARAY 

CONSULTOR

@AECHEGARAY1

MAAZ