COLUMNA INVITADA

México es la doceava economía más fuerte del mundo

Se puede apreciar que el camino de la recuperación y proyección de la economía nacional ha sido el correcto

OPINIÓN

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Luis Miguel Martínez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de México Créditos: Especial

La semana pasada el Fondo Monetario Internacional (FMI) dio a conocer el listado de los países que tienen las mejores economías del mundo. En dicha publicación, México se encuentra entre las más abundantes a nivel mundial al obtener el lugar número 12 —un salto significativo, si se toma en consideración que el año pasado ocupaba el lugar 16—. 

El organismo que realizó la encuesta estima que el producto interno bruto (PIB) de México cierre el año con un equivalente de 1.81 billones de dólares, cifra que supera a la registrada en el 2022, cuando se suscitaron 1.4 billones. Es decir, 30% superior al periodo anterior.

Estos niveles de abundancia económica permiten a México ubicarse por encima de varias naciones que son consideradas de primer mundo y con gran crecimiento. Y es que en la gráfica mostrada por el organismo internacional puede apreciarse que la nación azteca está por encima de países como Corea del Sur, que cuenta con 1.71 billones de dólares; Australia, con 1.69 billones de dólares; España, con 1.58 billones de dólares; Indonesia, con 1.42 billones de dólares; Turquía, con 1.15 billones de dólares;

Países Bajos, con 1.09 billones de dólares; Arabia Saudita, con 1.07 billones de dólares y Suiza con 0.9 billones de dólares.
Con esta actualización realizada por el FMI, México es la segunda mayor economía de América Latina, después de Brasil. Y es que el país amazónico subió al puesto nueve entre las mejores a nivel mundial, con un PIB de 2.13 billones de dólares, que superan los 1.9 billones de dólares del año anterior.

Estos resultados demuestran que la economía mexicana ha logrado paulatinamente recuperarse del golpe que significo la pandemia de COVID-19, cuando en 2020 —año en que se tomaron medidas para reducir la actividad y así contener la propagación del virus— el PIB se contrajo 8 por ciento.

Por lo tanto, se puede apreciar que el camino de la recuperación y proyección de la economía nacional ha sido el correcto, al impulsar medidas de autocontrol y disciplina monetaria al interior del país, las cuales, en conjunto con una reorientación del gasto público destinado a la incentivación de los sectores más vulnerables y el empoderamiento de su poder de compra, han tenido como resultado la reactivación económica del mercado nacional con un comportamiento más balanceado entre las diversas regiones de la nación.

Por primera vez, en la historia moderna de esta nación, el nivel de crecimiento del PIB del sureste mexicano será mayor que el del norte, lo cual evidencia que el fenómeno de la potencialización del crecimiento económico en este país no es un efecto coyuntural, sino estructural, que responde a un paquete de medidas bien planteadas que, paralelas al incremento en el gasto público en zonas de alto potencial de desarrollo, como son los estados del sureste mexicano, seguirán atrayendo inversión extranjera en gran escala.

México no debe desaprovechar el momento que está viviendo y mucho menos los años que están por venir en materia de relocalización de empresas de sectores estratégicos y productivos de las cadenas de suministro internacionales; pero también, el gobierno nacional, debe concientizarse plenamente de que, para que dicho fenómeno pueda postergarse en el futuro inmediato, deberá acrecentar el nivel de inversión en infraestructura urbana por todo el país, con el propósito de extender los medios de comunicación terrestres, marítimos y aéreos para dinamizar el trasiego de productos y servicios por todos lados en el menor tiempo posible.

De igual manera, es crucial que la transferencia tecnológica y la apropiación de conocimientos tecnológicos de primer nivel en la planta laboral nacional pueda agilizarse y potencializarse en los años subsecuentes, pues de nada sirve seguir siendo mano de obra barata y atractiva para los inversionistas extranjeros, si el valor agregado de los trabajadores mexicanos no logra subir de manera significativa, como ya sucedió en el pasado con el Tratado de Libre de Comercio de América Latina.

Aunado a ello, los negociadores nacionales y las autoridades locales no deben malbaratar los componentes geográficos y el factor humano que tiene este país en aras de atraer a una empresa de otra nacionalidad, si las condiciones contractuales de dicha empresa no garantizan de manera fehaciente el crecimiento, la capacitación y el empoderamiento de las condiciones laborales de los trabajadores de dicha industria en esa zona del país.

La historia dice que siempre se debe aprender del pasado. Analizar lo que se hizo bien y corregir lo que se llevó a cabo de manera errónea para obtener mejores resultados. Con esa sabiduría y practicidad, el gobierno mexicano podría llevar a la nación a competir directamente con países que seguramente en los siguientes años seguirán escalando en su nivel de protagonismo regional e internacional, como Brasil y, por supuesto, Canadá o Estados Unidos.

La estrategia económica debe seguir fortaleciendo ambos lados de la balanza, de nada sirve tener crecimiento macroeconómico sin el empoderamiento de las clases populares y, por supuesto, la incentivación y dinamismo de los trámites para hacer negocios en el país. 

Luis Miguel Martínez Anzures
Presidente del Instituto Nacional de Administración Pública

MAAZ