COLUMNA INVITADA

Dos formas de terminar 2023

Generalmente escribo sobre política y derecho, sobre lo mal que van las cosas. En esta ocasión quiero hacer un alto

OPINIÓN

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José Lafontaine Hamui / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Para JML, mi papá.

Mi padre es una de las mejores personas que conozco, a quien prácticamente le debo todo: Mis defectos y también mis virtudes. Sin duda, es la persona más estresada del mundo. Él me enseñó todas las formas de estrés que existen. Me enseñó a transportar siempre mi mente al peor escenario, convirtiendo un simple evento insignificante en la Tercera Guerra Mundial o el fin de la existencia. También me enseñó (desde su perspectiva, que condicionó mi forma de pensar) que no obstante la vida solo sea un problema por resolver, siempre debemos seguir adelante y ser resilientes. Su proceso actual me ha enseñado la madre de todas las lecciones: que lo único cierto es la incertidumbre y que la única constante es el cambio. Todo es cuestión de perspectiva, y que el estrés al que me someta no modificará un milímetro la realidad tal y como se presenta.

Generalmente escribo sobre política y derecho, sobre lo mal que van las cosas, sobre los errores del gobierno y los impartidores de justicia. En esta ocasión, y por las fechas, quiero hacer un alto para después continuar opinando sobre lo que considero debe mejorar. Hace unos meses, un gran amigo me recomendó un libro de Mo Gawdat, "The Solve for Happy". Este autor es un ingeniero programador y ex CEO de Google que, después de perder a su hijo, cambió su perspectiva sobre todo, especialmente sobre nuestra forma de pensar. En su libro "The Little Voice in Your Head", comparte una perspectiva sobre cómo nosotros mismos generamos la mayor parte de nuestro estrés debido a nuestra percepción (generalmente falsa) de los eventos de la vida.

Todo lo que encontramos en nuestra vida diaria está diseñado para provocarnos estrés, manteniéndonos en una constante persecución, corriendo y esforzándonos por más, angustiándonos y manteniéndonos temerosos las 24 horas del día, ya sea que lo reconozcamos o no. Dentro de nuestros propios sistemas de temor y preocupación, debemos añadir los factores externos: la economía, la inseguridad, el deficiente sistema de salud, la política, el sustento familiar, los problemas familiares y laborales, en fin, la muerte y las miles de preocupaciones por eventos futuros que pocas veces suceden... la lista es interminable.

La publicidad comercial insaciable busca vender sus productos, y su único objetivo es vender por vender. La mejor manera para ellos es hacernos sentir constantemente que nos estamos perdiendo de algo, algún lugar o alguien. En general, nos hacen sentir que nada es suficiente y que no somos suficientes, independientemente de lo que hagamos. A menudo, esta idea se asemeja a un ratón persiguiendo un pedazo de queso en una rueda infinita. Las revistas nos hacen sentir que no somos lo suficientemente buenos. Las redes sociales nos hacen pensar que todos los demás lo están haciendo mejor que nosotros. Los medios de comunicación nos hacen creer que nuestro país y el mundo son malignos. Los políticos nos hacen sentir que estamos en grave peligro si no votamos por ellos.

Siempre encontraremos una razón para sentir que las cosas van mal, que deben mejorar y que no estamos a salvo. Nuestro sistema cerebral simpático está hiperimpulsado; siempre estamos estresados y en alerta máxima. Pero, ¿cuántas de esas cosas que nos estresan son realmente ciertas? ¿Es realmente nuestro país y el planeta maligno? Recurramos a la estadística. ¿Cuántas personas cometieron un crimen anoche y cuántas hicieron algo bueno o ayudaron a alguien? La respuesta es clara; ni siquiera se acercan ambas variables. Millones de personas más realizaron la segunda. ¿Realmente estamos en gran peligro? A pesar de haber escuchado esto durante mucho tiempo, ¿no hemos probado lo falaz de esa forma de pensar al vivir un día más y con enormes áreas de oportunidad para demostrar que no es cierto?

¿Estamos realmente perdiendo nuestra vida si se genera una Mañanera más del presidente, si Fernández Noroña insulta a alguien más; si López Gatell es senador de la República, si no obtenemos otro iPhone, si no hacemos un viaje más exótico y caro, o no logramos una relación, o atendemos una fiesta más, si Sergio Mayer es asesor de Claudia Sheinbaum, o comemos en un restaurante más, si la hermana de Batres es Ministra de la Corte, o compramos un coche más? ¿Nos comportamos con la madurez que deberíamos tener? ¿No deberíamos preguntarnos y contestarnos si realmente tenemos todo lo que necesitamos? ¿Si simplemente la vida es lo que es? Y si ¿Hay algo verdaderamente mal y con tal magnitud que nos quite la paz y la calma y que haga que nuestra vida se convierta en una preocupación constante y llena de estrés? Creo que valdría la pena reflexionar.

Es cierto que la vida no es perfecta, más bien, es imperfecta. Sin embargo, cuando la analizamos en conjunto, considerando los años vividos, las personas con las que hemos compartido, la familia y los amigos, los triunfos y las derrotas temporales, la verdad es que la vida no está tan mal. Preguntémonos si los eventos de la vida están aquí para arruinarnos o simplemente existen y se presentan, y somos nosotros quienes lo tomamos personal y permitimos que nos afecten mentalmente.

Si estás infeliz en tu trabajo, ¿has considerado cambiarlo? Si estás infeliz en tu país, ¿has intentado cambiar de residencia a otro lugar? Si los medios de comunicación solo transmiten consumismo basura y malas noticias, ¿has intentado apagar la TV o dejar de escuchar esos programas? Si otras personas, amigos o pareja, te hacen sentir mal, ¿has considerado que tal vez no son las personas adecuadas para ti? No se sugiere que renuncies al trabajo, hagas las maletas y te vayas a vivir a Nepal, o que dejes a tu pareja y a tus amigos. La sugerencia es que, si todas esas cosas te están generando estrés, empieces a moverte hacia una dirección de vida más relajada.

Espero que 2024 sea un año para replantearte las cosas, tal vez buscar un nuevo trabajo, quizás considerar mudarte de ciudad o país en 2024, 2025 o 2026. Simplemente comienza a moverte. Acepta el regalo de tener un día más de vida, algo que solemos dar por sentado hasta que no lo tenemos. Todo es cuestión de perspectiva: si el 2023 pasó rápido, el 2024 pasará aún más rápido en nuestra percepción del tiempo. Con cada año que envejecemos, nuestro cerebro pierde capacidad de almacenaje y esa percepción del tiempo se vuelve más rápida.

La vida siempre será imperfecta, con problemas, enfermedades, políticos corruptos y cambiantes, crimen y pillaje. Pero también habrá buenos momentos, amigos y familia, éxitos y lecciones. Está equilibrada, así es el juego y las reglas no cambian. Quejarse no cambiará esas reglas; es mejor aceptarlas, levantarse, sacudirse el polvo y seguir adelante. Tenemos dos formas de terminar el 2023: quejándonos de la vida y los acontecimientos o aceptándolos, resolviéndolos y agradeciendo. Eso no cambiará los acontecimientos, pero sí la forma en que los percibimos, y desde luego, cómo los procesamos.

¡Feliz Navidad!

POR JOSÉ LAFONTAINE HAMUI

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