Gaza, como lugar de sufrimiento extremo infligido al pueblo palestino puede interpretarse como la metáfora de una prisión, un gueto, un campo de refugiados, un espacio-estado de excepción, un laboratorio experimental para ejercer el control total y un escaparate para el comercio de armas. Desde el ritmo y la escala de la matanza de civiles y la de grupos protegidos, hasta el tipo de municiones, la guerra en Gaza es una campaña excepcionalmente brutal que no se parece a casi nada que hayamos visto.
Gaza como metáfora nos sugiere que la “guerra” en Palestina (la entidad en gueto) se aplica al mundo fortaleza actual y futuro, producido, perpetrado y perpetuado por el sector (paranoico) de la seguridad.
En tan sólo dos meses, la cifra rasguña 21 mil muertes, la cual, según las principales organizaciones humanitarias, el Departamento de Estado de EE.UU., e incluso las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), es monumental, y esto, quizás, por ser el principal indicador, pero no el único, de que lo que vemos a diario en Gaza no es sólo otra guerra terrible, sino algo completamente diferente.
Las FDI ya ha matado a más mujeres y niños que las fuerzas estadounidenses en más de 9 años en Irak. El número de muertos palestinos es cercano al de civiles asesinados durante los dos primeros años del bombardeo en Vietnam.
Pero no sólo el número de muertos civiles es lo que marca la desmesurada violencia de esta guerra, excepcionalmente letal para grupos generalmente fuera de los límites de la guerra moderna; también ha sido cruenta en contra de periodistas y contra la infraestructura urbana y habitacional.
Basta una mirada superficial a los hechos para comprender que lo que las FDI está haciendo en Gaza no es simplemente otra guerra, sino algo mucho peor y más espantoso. Las estadísticas son condenatorias en sí mismas, pero no podemos obviar el contexto de las continuas declaraciones de altos funcionarios y políticos israelíes con una retórica sorprendentemente racista y deshumanizante, expresando la idea de que los civiles comunes y corrientes son culpables de los crímenes de Hamás y que son objetivos militares legítimos; promoviendo el deseo de matar y destruir tanto como sea posible en Gaza y hacerla inhabitable.
Gaza como metáfora presenta el verdadero rostro del “choque de civilizaciones”, la batalla en contra de las fuerzas bárbaras encarnadas, según el discurso moral del “mundo libre”, por los solicitantes de asilo, los refugiados, los pobres y los “terroristas” después del 11 de septiembre en Nueva York.
Gaza como metáfora trasciende la especificidad de lo local y se torna relevante para una amplia matriz de luchas por la justicia a nivel global. No sorprende, por tanto, que Gaza haya adquirido el estatus de metáfora global de la injusticia, y no es casualidad que en las manifestaciones se corre: “¡Palestina libre!” En fin, Gaza como metáfora y el derecho a ser humano.
POR DIEGO LATORRE LÓPEZ
COLABORADOR
@DIEGOLGPN
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