LA ENCERRONA

El terror de ser joven en México

“La ley primera y fundamental de la naturaleza es buscar la paz.” Thomas Hobbes

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

¿Qué significa ser joven en México? Como en cualquier otro país, ser joven en nuestra nación es soñar con un mundo mejor, experimentar con nuevas situaciones, delinear los últimos trazos de nuestra personalidad…y vivir con miedo de ser asesinado o “levantado”. 

En esto se ha convertido el país, bajo la premisa del combate al crimen organizado, estrategias fallidas van y vienen, colores partidistas llegan y se van dejando los mismos resultados: muerte y desolación, impunidad rampante y una sensación generalizada de terror que recorre desde el Bravo hasta el Suchiate. México es un cementerio de sueños y una gigantesca fosa con restos humanos. 

Lagos de Moreno o Zapopan en Jalisco; Ciudad Juárez en Chihuahua; Guadalupe o Fresnillo en Zacatecas; Celaya o Salvatierra en Guanajuato (y así podríamos nombrar aleatoriamente a ciudades del país) son el escenario de la película de terror que vivimos a diario con el mismo script, -un grupo de jóvenes que salió de su hogar para nunca más volver-. 

Ya sea para ir a trabajar, a estudiar o, como fue la más reciente masacre en Salvatierra, para festejar una posada. En lo que va del año se registran 427 actos atroces de este tipo, según los datos de Causa en Común, organización que realiza el conteo de asesinatos, feminicidios, desaparecidos, hallazgo de fosas clandestinas, trata de personas y masacres a lo largo y ancho del país desde el 2020 y que su recuento desde esa fecha va en casi 23 mil actos de terror. 

Ante cada uno de estos desalmados actos la narrativa sigue siendo la misma por parte de las autoridades desde hace más de 15 años, “se matan entre ellos”, “están coludidos”, “algo tienen que ver con la maña”, “es porque consumen drogas” u otra sarta de frases vacías para eludir su responsabilidad. Una narrativa, por cierto, que ha permeado en la sociedad cuando ya sin pensar se repite, ya sea cuando se señala a una víctima de feminicidio “porque era muy tarde para una mujer sola o llevaba la falda muy corta…” Pareciera que siempre la víctima tiene la culpa.

Entre tantos horrores y tantas excusas, el país también se ve envuelto en el entramado electoral, pues de cara a las elecciones de 2024 las entidades federativas le echan la culpa al ámbito federal y desde Palacio les dicen que -los abrazos no han sido suficientes-. Lo claro es que autoridades locales, estatales y federales no comparten estrategia, no conocen el tamaño del problema o si lo conocen lo eluden, no existe coordinación alguna entre mandos de seguridad locales y federales y un sinfín de elementos que solo abonan a que estas atrocidades sigan ocurriendo.

No entienden que lo que está en juego es el futuro de nuestro país, el presente de nuestra sociedad y los sueños truncos de las y los jóvenes víctimas y revictimizadas, ni el dolor de sus familiares y personas cercanas.

Como sociedad no podemos perder la capacidad de asombro, debemos desmantelar esa narrativa re victimizante y además tenemos que exigir que las autoridades hagan su trabajo y protejan a las y los ciudadanos.

Las autoridades deben de presentar una estrategia que en realidad lo sea y las candidatas deberían de mostrar su plan para el sexenio venidero, puesto que ha quedado muy claro este problema no se va a resolver solo, que las vaguedades y falta de acciones contundentes no cambiarán el rumbo del país.  

POR ADRIANA SARUR

ADRIANASARUR@HOTMAIL.COM 

@ASARUR

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