COLUMNA INVITADA

MMXXIII: el año del conflicto

El desafío para la diplomacia mexicana será enorme en 2024: exige un indispensable cambio de rumbo

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El común denominador de las relaciones internacionales durante los últimos doce meses fue el conflicto. El 2023 cierra con dos grandes frentes de guerra y uno más de confrontación geopolítica: Ucrania-Rusia, Israel-Gaza y Estados Unidos-China, respectivamente. Sus reverberaciones políticas, económicas y diplomáticas plantean retos para nuestro país en el corto y mediano plazos.

En Europa, la guerra que comenzó con la invasión rusa a Ucrania está por cumplir dos años. Recordemos que este conflicto se inscribe en una disputa más amplia entre el llamado bloque occidental y Rusia, con ramificaciones globales. La Unión Europea –pese al rechazo de Hungría– inició la negociación formal para la adhesión de Ucrania y Moldavia. Sin embargo, la fortuna ucraniana se definirá en buena medida según quién gane la presidencia de EE.UU. en 2024. Pese al heroísmo de su ejército, Kiev depende del apoyo occidental, y específicamente de Washington, para mantener su resistencia. Una administración encabezada por Trump probablemente significaría el abandono de Ucrania. A su vez, Vladimir Putin ya se registró para reelegirse. En ese contexto, lo único cierto es que, lamentablemente, esa guerra se prolongará por varios meses o años más.

En Oriente Medio, después de un periodo de relativa estabilidad simbolizado por el retiro de las tropas estadounidenses de Afganistán, el ataque terrorista de Hamás contra Israel del pasado 7 de octubre, desencadenó un nuevo conflicto mayúsculo en Gaza que ha costado ya muchas vidas civiles. Hasta ahora, EE. UU. ha logrado acotar los enfrentamientos con esfuerzos diplomáticos y, sobre todo, con su presencia militar, pero su escalada regional es una posibilidad permanente. En este momento, el factor de riesgo más preocupante se encuentra en el mar Rojo, donde la guerrilla Huthi de Yemen ataca buques comerciales desde hace semanas. Irán no parece querer amplificar el conflicto más allá de esto, pero la apertura de un frente desde Líbano, con Hezbollah, es una amenaza permanente, y en todo caso la guerra en Gaza ha motivado una movilización global, que va desde conflictos internos en universidades como Harvard hasta violencia en las capitales europeas, aunado a un recrudecimiento del antisemitismo. 

Con menos espectacularidad mediática, pero de mayor trascendencia, en 2023 continuó y se amplió  la disputa política, económica y tecnológica de EE. UU. y China, la relación bilateral más importante para el futuro del orden internacional. Recientemente, ambos países hicieron esfuerzos por distender sus diferencias, e incluso suscribieron acuerdos en materias como cambio climático o inteligencia artificial. Sin embargo, la tensión es inescapable. Lo peculiar de este año es que, mientras  EE. UU. debió desviar buena parte de su atención del Indo Pacífico (que Joe Biden había declarado prioritario al inicio de su mandato)  para atender los mencionados conflictos en Europa y Oriente Medio, China sigue desarrollando infraestructura intercontinental y tejiendo alianzas con países del llamado sur global. 

En ese contexto mundial, México se encamina a las elecciones de 2024. Independientemente del resultado de los comicios, el próximo gobierno enfrentará un orden internacional definido cada vez más por las diferencias y los conflictos, antes que por las coincidencias y los acuerdos. Quien encabece la administración federal tendrá que asumir el costo del debilitamiento sistemático de nuestro liderazgo, prestigio y presencia en el mundo, en uno de los momentos cuando más claramente la política exterior se requiere como instrumento para defender intereses internos. 

El desafío para la diplomacia mexicana será enorme: exige un indispensable cambio de rumbo, impulsar nuevas definiciones y retomar el lugar que nos corresponde, y conviene, en la comunidad internacional. El año del conflicto deja importantes lecciones que no podemos pasar por alto.

POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU
SENADORA DE LA REPÚBLICA


 

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