DR.ECHOS HUMANOS

Por un 2024 con una infancia segura y protegida

La violencia infantil viene de raíz, sanar los traumas de la infancia para evitar que sean adultos violentos

OPINIÓN

·
José Luis Ayoub / Dr.Echos Humanos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

¿Qué México queremos para nuestros hijos e hijas? Lo más importante es el ser humano, más allá de los logros en infraestructura, en política, avances materiales, deberíamos centrarnos en la seguridad y el bienestar de la familia y, sobre todo, de niñas, niños y adolescentes, como el presente y futuro de Baja California y del país.

Estamos en época de informes de labores de gobierno y política y, sin duda, se agradece como ciudadanos, las mejoras que se están llevando a cabo. En mi calle en Mexicali, en estos momentos están cambiando tubería profunda y, al parecer, van a repavimentarla. ¡Que bien! pero, lamentablemente, las cifras de la inseguridad nos rebasan y no parecen tener fin.

Con datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en lo que va del año, Baja California se encuentra en el segundo lugar nacional de víctimas de homicidio doloso y en corrupción de menores y tercero en violencia familiar por cada 100 mil mujeres y/o habitantes; y, lamentablemente, el primero en llamadas de emergencia relacionadas con incidentes de abuso sexual y segundo en casos de violencia entre pareja.

Algo no estamos haciendo bien con la educación y cuidado de la infancia, si cuando alcanzan la adolescencia o adultez replican comportamientos violentos, hacia sus infantes, parejas o familias.

Si queremos un mejor Mexicali, un mejor país para ellos y para nosotros, tenemos que empezar hoy. Considero que en principio, se trata de nosotros los adultos, ¿ya estamos sanos de las cicatrices que recibimos en nuestra infancia? Muy trillado pero muy cierto: si no estamos bien nosotros, cómo podremos enseñar bien a nuestros hijos e hijas.

La educación con violencia sigue estando a la orden del día, los gritos, las amenazas, vejaciones y castigos físicos. Me preguntaban, ¿cómo rompemos ese ciclo si ya crecimos así? y, otra vez, trillado: pero se trata también de educación, que uno como adulto, si no nos sentimos preparados, que busquemos capacitación, ayuda. No podemos continuar reproduciendo los patrones negativos que aprendimos de niños, así no vamos a cambiar nada.

Por ello, me atrevo a sugerir dos caminos prácticos. Uno, que depende de los adultos, que hagamos un ejercicio de reflexión profundo para identificar si estamos educando a nuestros niños de la mejor manera ¿cómo saberlo?, sus comportamientos, sus frutos, pueden ser un buen reflejo de ello. ¿Tenemos hijos felices o no?

Un segundo camino, es llevando la educación y la reflexión a nuestros niños, niñas y adolescentes. No tratando los temas de la violencia infantil, como tabú y, especialmente, dialogando con ellos, constantemente, no podemos dejarlos a su suerte.

Además, es necesario que las políticas públicas sí pongan a la infancia en el centro de atención. Si bien, puede ser una inversión que no se refleja en el mismo trienio o sexenio de un gobernante o político, si será una inversión que contribuirá a transformar a nuestro país en el mediano plazo y que ayudará a revertir las terribles cifras de las que estamos hablando. Empecemos en casa, queremos niñas y niños felices.

POR JOSÉ LUIS AYOUB

COLABORADOR

contacto@joseluisayoub.com

@jlayoub

MAAZ