COLUMNA INVITADA

Para quienes las fiestas no son símbolo de alegría

En medio de la algarabía navideña, cuando las luces destellan y la atmósfera

OPINIÓN

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Diana Murrieta / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En medio de la algarabía navideña, cuando las luces destellan y la atmósfera se llena de buenos deseos, para muchas mujeres, sentarse a la mesa en una cena navideña es confrontar a sus agresores. Lamentablemente, las estadísticas revelan que gran parte de la violencia de género proviene de los lazos familiares, arrojando sombra sobre estas festividades.

Estas cenas, tradicionalmente envueltas en romanticismo, llevan consigo una carga abrumadora para quienes deben enfrentar la presencia de sus agresores. Y también representan un reto para aquellas que eligen no compartir estas fechas, ya sea por ausencia de familia o por el dolor que estas relaciones han ocasionado.

El contexto navideño, en su ideal de alegría y reconciliación, se convierte para estas mujeres en un torbellino emocional. El anhelo de compartir momentos festivos choca brutalmente con la realidad de la presencia de quienes fueron causantes de tanto sufrimiento. En estas situaciones, el olvido es un lujo inalcanzable, cuando las marcas y heridas persisten tan vívidas.

El desafío no reside únicamente en el espacio físico en la mesa, sino en la lucha interna que enfrentan en cada etapa, desde la preparación hasta el momento mismo. Es un acto de equilibrio entre el deseo de conexión familiar y el abrumador peso de no desear estar allí.

Es crucial comprender que este desafío va más allá de superar el pasado o alcanzar el perdón. Es un acto de resistencia, a veces obligado, que reafirma la valía propia y exige una fortaleza interior para afrontar el presente sin minimizar el dolor del pasado.

En medio de esta complejidad, vislumbramos una luz en la importancia de contar con redes de apoyo que hagan estos días más llevaderos. La empatía hacia quienes enfrentan estas situaciones debe ser un deber social, pues disfrutar de espacios seguros durante estas fechas es un privilegio en nuestro país.

A todas las mujeres que enfrentan este reto en estas festividades, les envío un mensaje de apoyo y solidaridad. Su resistencia y fortaleza son testimonios de su poder interior. La familia elegida y la paz mental son regalos invaluables. Cada momento en esa mesa debería ser un recordatorio de su valentía y de su derecho a buscar la paz, justicia y la esperanza, incluso en medio de la adversidad.

Que la voz colectiva sea un llamado a construir espacios más seguros y amorosos para todos, donde la sanación y la comprensión reemplacen a la violencia y el dolor, especialmente en estas fechas cargadas de significado y esperanza para cada uno de nosotros.

POR DIANA MURRIETA
PRESIDENTA Y FUNDADORA DE NOSOTRAS PARA ELLAS, A.C.
@DIANAMURRIETAM
DIANA.MURRIETA@NOSOTRASPARAELLAS.ORG

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