POLÍTICA Y DIPLOMACIA SOSTENIBLE

Luces y sombras de la COP28: implicaciones para México

La COP28 logró alcanzar algunos acuerdos muy importantes, sin precedente

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La COP28 logró alcanzar algunos acuerdos muy importantes, sin precedente, para avanzar en la lucha contra el cambio climático. Por una parte, hizo suya una propuesta de la Unión Europea de triplicar la capacidad de producción global de energías renovables (eólica, solar) hacia 2030, y por otra, por primera vez en la historia de las COP, decidió empezar a alejarse (transitioning away), de los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas) para lograr la meta de cero emisiones en 2050.

Si se miran estas dos decisiones conjuntamente, en esta COP28 los gobiernos decidieron dar la señal de salida a la migración de los combustibles fósiles a las energías renovables abandonando, por fin, su adicción de siglo y medio, a los combustibles fósiles.
https://unfccc.int/sites/default/files/resource/cma2023_L17_adv.pdf

La decisión no fue de impulsar una eliminación gradual (phase out) de los combustibles fósiles para lograr la reducción radical de emisiones, del 43% antes de 2030, como demandaba la ciencia, expresada en el Informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático. Pero, al menos, sí se mandó la señal de que es indispensable hacer la transición hacia 2050. Como dijo el secretario general de la ONU, “ojalá y no sea demasiado tarde”.

En la práctica, habrá que ver qué hacen los gobiernos, la banca internacional para el desarrollo (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Banco Interamericano de Desarrollo, entre otros) los bancos privados, los inversionistas y, en forma determinante, las empresas petroleras y gaseras. Es muy posible que, en aras de la seguridad energética, con las que esconden sus fabulosos márgenes de ganancia, estas empresas decidan continuar, sin inmutarse, con sus planes de inversión en combustibles fósiles, a menos que los gobiernos reaccionen con nuevas regulaciones.

En esta COP hubo otros acuerdos. Se echó a andar el nuevo fondo de “pérdidas y daños” para ayudar a los países más pobres a enfrentar las pérdidas que han sufrido por el cambio climático, cuando ellos son los menos responsables del mismo. Sin embargo, la suma de promesas de contribución, de alrededor de 750 millones de dólares, es ridícula para las necesidades que tienen estos países.

Por otra parte, no se alcanzaron acuerdos sobre temas fundamentales, como fijar una meta global en materia de adaptación al cambio climático, para darle una prioridad similar a los proyectos de mitigación de emisiones. Sin esa meta, muchos países en desarrollo carecerán de recursos para proteger a sus poblaciones de los efectos de sequías más profundas y prolongadas, inundaciones y huracanes catastróficos.

Esos programas de adaptación son vitales porque las temperaturas seguirán elevándose. Tampoco hubo acuerdo sobre cómo desarrollar los mercados mundiales de carbono (artículo 5 del Acuerdo de París), y sobre la nueva meta global de financiamiento para los países en desarrollo a partir de 2025. Son temas de los que tendrá que ocuparse, en forma prioritaria, la COP29, que tendrá lugar en Bakú, la capital de Azerbaiyán.

¿Qué significan los acuerdos de la COP28 para México? Si se toman con seriedad, el gobierno se comprometió a triplicar su capacidad de producción de energías renovables hacia 2030, y a hacer la transición de los combustibles fósiles, para llegar a la meta de emisiones cero en 2050. De entrada, esos compromisos significan una profunda revisión de su política energética de los últimos años, para darle una mayor prioridad a la producción de energías renovables y menor, gradualmente, a la producción de petróleo e importación de gas.

Los obstáculos para lograr esta transición son descomunales. Aunque existen numerosos estudios que sugieren que México puede obtener grandes beneficios económicos de su transición a energías renovables, cualquier estrategia de descarbonización no reparte esos beneficios en forma equitativa entre la población, ni a través del tiempo. Una transición justa y ordenada requiere financiamiento, nuevas regulaciones e infraestructura. Un formidable reto para el próximo gobierno.

México emite alrededor del 1.3% de las emisiones globales de gases efecto invernadero (GEI), que lo ubican en el lugar número trece entre los países emisores.

En su contribución nacional de diciembre de 2022, anunció la ambiciosa meta de reducir 35% sus emisiones hacia 2030. En 2025, al igual que todos los países, deberá presentar una nueva meta de reducción, más ambiciosa, lo que exige un fuerte impulso a las energías renovables, un esfuerzo para aumentar su eficiencia energética, y una menor prioridad a la producción y consumo de petróleo, sin afectar la seguridad energética.

No está nada fácil. Ayudaría mucho que, para entonces, haya logrado eliminar todas las emisiones de gas metano, como se comprometió en la COP27 en Egipto. También ayudará que sus planes de reforestación realmente estén contribuyendo a capturar y reducir las emisiones de gases efecto invernadero.

Todos los compromisos internacionales mencionados benefician a nuestra población. El próximo gobierno deberá dar una auténtica prioridad a la lucha contra el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad y la sostenibilidad.

POR MIGUEL RUIZ CABAÑAS

PROFESOR EN EL TEC DE MONTERREY
@miguelrcabanasmiguel.ruizcabanas@tec.mx

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