POLÍTICA PARA A' MAR

Desaparecer los organismos autónomos: una estrategia discursiva

El presidente dijo que mandará una iniciativa para eliminar algunos organismos autónomos, ¿cómo esto se convierte en un discurso político-electoral?

OPINIÓN

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Marlene Mizrahi / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

El voto nos permite expresar una preferencia sobre quien queremos que nos gobierne. Para que valga la pena votar, necesitamos opciones. A fin de que éstas se materialicen, la política necesita de posturas claramente diferenciadas.

Se requiere la existencia de un “nosotros” y un “ellos” o, que es lo mismo, la formulación de un enemigo. Entre más fácil sea distinguir al enemigo o al grupo de “ellos”, mejor. Esto se logra mediante la construcción discursiva de la división social.

El gobierno actual ha hecho un gran trabajo en identificar a su enemigo, uno al que ha llamado “mafia del poder”, “neoliberalismo” u otros calificativos con los que se refiere, en conjunto, a las administraciones anteriores a él. El rechazo a los organismos autónomos es parte de esta estrategia discursiva.

Los nueve organismos autónomos de México se crearon o se hicieron autónomos a partir de la década de 1990, durante gestiones pasadas. Adoptan la modalidad de autonomía constitucional para funcionar de forma independiente al gobierno y ser su contrapeso. Su objetivo es evitar abusos de poder público y procurar la prevalencia de la democracia, pues transparentan aspectos que van desde el acceso a la información hasta lo referente a temas electorales.

Al ser constitucionales, siguen formando parte del Estado. La intención de sustraerlos de la estructura de poder es garantizar el cumplimiento de sus objetivos, sin que los Poderes de la Unión tengan control sobre ellos.

Como estrategia discursiva, el presidente ha insistido en que varios de estos son costosos y no cumplen con sus funciones. Recientemente, habló de una iniciativa que busca eliminar algunos de ellos por completo, en sus palabras porque: “no sirven para nada”.

Aunque es cierto que son perfectibles, que proponga su desmantelamiento a siete meses de las siguientes elecciones presidenciales, debe leerse en clave político-electoral. En parte porque sabe que esta iniciativa no va a pasar: al ser constitucionales, su eliminación requiere de 2/3 partes de los votos de ambas Cámaras, suma con la que no cuenta.

Usa el sermón de eliminarlos como bandera electoral, pues es sencillo que penetre la narrativa de que no sirven, son caros, que tiene dificultades internas y que ahí está la corrupción. Se simplifica su quehacer para alcanzar al electorado ya que, al haber obtenido su poder por gobiernos anteriores, facilita el reconocimiento de dichas administraciones como el enemigo.

Intenta generar rechazo hacia quienes los independizaron, a “ellos” y busca que los electores votemos en bloque, es decir, que elijamos candidatos del mismo partido o alianza para todas las posiciones en el 2024.

Hábilmente, usa la historia a su favor al destacar “fallas” organizativas del pasado. Se posiciona como el “nosotros” del que debemos ser parte, por el que debemos votar.

POR MARLENE MIZRAHI

COLABORADORA

@MARLENEMIZRAHI

MAAZ