DESDE AFUERA

¿Un hegemón renuente?

Para los partidarios de Biden, mientras su líder trata de mantener una noción de orden global, el de política doméstica se convierte en un problema

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

WASHINGTON. El presidente Joe Biden se encuentra en un dilema: validar su política exterior y ayudar a Ucrania a resistir la invasión rusa, pero aceptar una derrota ante los republicanos o mantenerse firme ante el chantaje de sus adversarios y perder el financiamiento a Kiev.

Podría ser considerado como un forcejeo clásico en la política de EU, pero esta vez se ve distinto. Sobre todo, porque la polarización reinante parece haber marginado lo que se consideran como metas comunes y el hecho pierde la posición de este país frente a problemas de política internacional.

"En el mismo momento en que los eventos demandan una respuesta fuerte y coherente de Estados Unidos, la nación no puede dar una", escribió Robert Gates, el que fuera secretario de Defensa de 2006 a 2011, en los últimos años del gobierno de George W. Bush y los primeros del demócrata Barack Obama.

El rejuego podría, para algunos, enviar un mensaje equívoco, toda vez que confirmaría la creencia de los adversarios estadounidenses, incluidos Rusia y China, de que una política interna envenenada hará imposible que Estados Unidos ejerza el poder de una superpotencia y proteja la democracia global. 

Gates, como otros en Washington, ve la situación de Ucrania como una prueba para su país. Y como muchos, lo considera como garante del bienestar frente al autoritarismo.

"Si Estados Unidos permite que un país sea aplastado en una invasión ilegal, surgirán graves dudas sobre la credibilidad de los acuerdos estratégicos y de defensa que sustentan a todo el mundo occidental", escribió Stephen Collinson, analista de la cadena CNN.

Para él, no detener a Rusia en Ucrania aumentaría la posibilidad de que Putin "pudiera mirar a otros Estados". Y llevar eventualmente a otra conflagración mayor, quizá una Tercera Guerra Mundial.

Lo peor, al menos según las discusiones que se dan en la capital estadounidense, sin Estados Unidos de por medio los grandes países autoritarios, como definen a Rusia y China, estarían en libertad de lanzarse sobre naciones pequeñas.

Para los partidarios de Biden, el hecho es que mientras su líder trata de mantener una noción de orden internacional como de los últimos 30 años, el de política doméstica se convierte en un problema.

Eran los tiempos en que los políticos estadounidenses proclamaban que sus divergencias terminaban en sus fronteras y que estaban unidos por un propósito común. 

Ahora no parece haberlos. Una nueva marejada de aislacionismo inunda a Estados Unidos y se refleja en posiciones que van del proteccionismo comercial a la xenofobia abierta, no hay un fantasma del comunismo, y el del totalitarismo, no parece preocupar un país que por lo menos resiste a la tentación, de dedicar vidas y recursos a defender intereses que no sean los suyos, aunque al final de cuentas lo sean.

El hecho, sin embargo, es que si Estados Unidos ya no quiere ser el hegemón, otros buscarán serlo. 

POR: JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM

@CARRENOJOSE1

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