COLUMNA INVITADA

La nueva terna

La inclusión de Eréndira Cruzvillegas ha servido a la distensión de un escenario de designación que se presenta muy complejo

OPINIÓN

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Alberto Abad Suárez / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Este miércoles 13 de diciembre, el Pleno del Senado votará la segunda terna que propone el presidente López Obrador para cubrir la cátedra que quedó vacante en la Suprema Corte con la renuncia del ministro Arturo Zaldívar. La novedad es la postulación de Eréndira Cruzvillegas, quien actualmente es titular de la Unidad de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Cultura. Repiten Bertha Alcalde Luján, quien el pasado 29 de noviembre obtuvo 68 de los 75 votos que se necesitaban para conseguir las dos terceras partes de los presentes y Lenia Batres Guadarrama, que en su mejor ronda de votación obtuvo cinco votos. La única que no refrenda es María Estela Ríos, consejera jurídica de la Presidencia, sobre quien pesó fuertemente el argumento de que su puesto actual la convertía en inelegible, a pesar de estar respaldada por una sólida carrera como abogada laboralista y un intachable desempeño como servidora pública.

La inclusión de Eréndira Cruzvillegas ha servido a la distensión de un escenario de designación que se presenta muy complejo. Se ha abierto la posibilidad de que se generen acuerdos para la designación de la nueva ministra por la votación de la representación federal, sin que sea necesario que el Presidente haga el nombramiento de forma directa.

La discusión se ha concentrado en la cercanía de las tres candidatas con el Presidente de la República y no, como debería serlo, sobre su perfil para cumplir con la función constitucional. Alguna vez un ministro en retiro me comentó que la persona que ocupe la máxima magistratura del país, será en su paso por el máximo tribunal en realidad tres personas: la que llega, la que ejerce verdaderamente el encargo y la que está pensando que hacer cuando termine su mandato. La primera persona arriba gracias a su trayectoria y a las diferentes alianzas que ha tejido para acceder al cargo. De la rapidez con la que se distancie de esos compromisos iniciales se verá su capacidad para ejercerlo. La segunda persona será quien verdaderamente construya su perfil de ministra, a través de sus proyectos, discusión y votación, su comportamiento ético, conocimiento y trabajo duro. Finalmente, la tercera persona será la que, acercándose el fin de su mandato, pensará en que sigue en su vida: sí criar conejos en su rancho a las afueras de la ciudad o impulsar su carrera hacia nuevos derroteros.

Es necesario que el Senado volteé a ver el perfil de las candidatas más allá del contexto en que han sido propuestas. De las nominadas que repiten en la terna, ya me he referido en algunos espacios.

Respecto de Eréndira Cruzvillegas puede destacarse que cuenta con una sólida carrera construida en la protección de los derechos humanos, primero desde la sociedad civil y posteriormente en organizaciones públicas. Ha colaborado en gobiernos de diferentes colores, siempre desde su papel de experta en derechos humanos. Sería interesante ver el desempeño que tiene una persona formada desde el trabajo comunitario en las organizaciones de la sociedad civil con una trayectoria distinta de las que suelen ser propuestas a la Suprema Corte.

POR ALBERTO ABAD SUÁREZ  

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