MALOS MODOS

El Internet de la CFE y otros servicios del bienestar

Restituir la supremacía del Estado toma tiempo, incluso para un patriota sin tacha y un servidor público de primerísimo nivel como Bartlett

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Enciendes la tableta para leer “El Heraldo”. Se tarda en abrir. Parece que la CFE, con su servicio de Internet del Bienestar, está lento. “Normal”, te dices. 

Restituir la supremacía del Estado toma tiempo, incluso para un patriota sin tacha y un servidor público de primerísimo nivel como el licenciado Bartlett. Te preguntas cómo puede estar soltero. Un desperdicio, con lo feliz que haría a una mujer.

“El Heraldo” sigue sin abrir. No pierdes la calma. La CFE lucha por este proyecto común que es la 4T, y no cuesta nada esperar. 

Te vas a poner un café. Desde la cocina, ves con inquietud que siguen sin pasar por el tanque de Gas del Bienestar. Luchas por no agobiarte. La mujer que te atendió en el teléfono en aquel terrible 2021 dijo que era muy difícil que explotara, pese al olor. “Es cierto –te tranquilizas–. Hasta ahorita, no ha volado el depósito de la exrefinería”. 

Enseguida, te sientes culpable por tu brote de aprensión: “Si los vecinos han podido vivir junto a miles de cilindros sin poder prender un cigarro, ¿no puedes esperar un poquito más por un miserable tanque?”

Mientras aceptas que no has logrado todavía liberarte de tus raíces clasemedieras y hacerte uno con el pueblo, ves que hay algo tirado en el patio. Es otro de los pollos que el Presidente nos recomendó criar. “Fue este el que se comió la lata de atún”, te dices, nuevamente culpable.

La pantalla sugiere revisar tu conexión a Internet. Chale: no hay. Tampoco entonces pierdes la calma. Como buen mexicano, desconectas, conectas, esperas. 

Te sirves un segundo café mientras te preguntas si el cadáver de pollo puede ir en la basura orgánica. Es el quinto que muere en un mes y ya te da oso pedirle ayuda al de la basura. Ni modo. Agarras una bolsa jumbo negra, levantas el pollo con los guantes de cocina, muerto de asco, cierras la bolsa con todas tus fuerzas y la sacas al patio. 

La conexión a Internet no regresa. Decides leer el periódico en el teléfono, con todo y que el ejercicio te pone frente a la dolorosa evidencia de que ya tienes que usar lentes para vista cansada, y entonces caes en cuenta, aterrorizado: “Mañana es 12. No va a venir la basura. Va a apestar a cadáver”. 

Decides hervir el pollo, para postergar unas horas la descomposición, y entonces te llega la lucidez: “Güey. Comparte datos desde el teléfono con la tableta”. Sonriente por tu capacidad de improvisación, descubres que el teléfono está descargado en la mesa de noche: por eso no hay que tomar whisky antes de dormir. 

Lo conectas en “ahorrar batería”, bajas, sacas el pollo, lo metes a una olla con agua, agarras la tableta, subes al cuarto, compruebas que el teléfono tiene 1% de carga y te echas a descansar mientras llega a un cinco, de perdida. Despiertas y te das cuenta de que al licenciado se le quemó otro pastizal y no hay luz.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

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