Los estragos de la pandemia por Covid-19, la migración y la tristeza, son los factores que en los últimos tres años han perjudicado en mayor medida –comparado con años anteriores–, el desarrollo y aprendizaje de los estudiantes del mundo.
Hace unos días la OCDE dio a conocer los resultados de su prueba PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes) que aplica a nivel mundial y que mide el rendimiento académico de los alumnos en matemáticas y lectura.
El examen se hizo a más de 700 mil estudiantes de 81 países y regiones del mundo, entre ellos 13 del continente americano: Chile, quien se posiciona en el puesto 37 entre los 81 examinados, es el mejor evaluado de América; Uruguay, en el lugar 53 del ranking, es el segundo de la región; México, que terminó en el puesto 57, se ubica en el tercero; Perú (59), Costa Rica (63), Colombia (64), Brasil (65), Argentina (66), Panamá (74), Guatemala (77), El Salvador (78), República Dominicana (79) y Paraguay (80).
Lo anterior significa que el nivel educativo que existe entre los diferentes continentes evaluados se profundiza en América; los niños y niñas asiáticos siguen liderando la lista, Singapur es el número uno y Japón el dos. En el caso de los 13 países latinoamericanos evaluados ninguno superó el promedio de la OCDE.
Y qué decir de nuestro bello México, quien pese a su posición geográfica (refiriendo un poco a la geopolítica) no puede alcanzar el primer lugar, desde 2018 se ubica en el tercero y cuarto en matemáticas y lectura; Chile es un caso a destacar, pues lleva ese mismo tiempo en el primero.
Sin embargo, todas las regiones en donde se aplicó la prueba PISA mostraron una baja en sus resultados, esto debido a la llegada de la pandemia por coronavirus, que mandó durante meses a los estudiantes a sus casas cuando nadie estaba preparado para tomar clases por línea, lo que a su vez trajo problemas económicos, incremento de la violencia intrafamiliar, ansiedad, depresión, tristeza, entre muchas otras situaciones que ya se han documentado y que afectaron directamente el desempeño académico de niños, niñas, adolescentes y profesores, explica la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El reporte PISA registró una caída global de 15 puntos, hasta 472, en el promedio de matemáticas de los estudiantes de los países y regiones evaluadas, en comparación con los anteriores exámenes realizados en 2018 y cuyos resultados se publicaron en 2019.
Las grandes oleadas de caravanas migrantes tampoco han favorecido a los más pequeños, quienes interrumpieron sus estudios por males sociales y políticos ajenos que desplazaron a sus familias en busca de seguridad y mejores condiciones de vida. Hablando específicamente del fenómeno americano, los gobiernos de los países de tránsito, como es el caso de México, no cuentan hasta el momento con programas educativos que garanticen una educación para los miles de menores que cruzan a diario sus territorios; los intentos más próximos son por parte de organizaciones civiles con poco alcance para la magnitud de lo que se requiere.
Y de todo lo anterior se desprende la tristeza, emoción que se reflejó más en los menores debido al aislamiento, a la desintegración familiar, fallecimientos, y otras situaciones complejas que muchos vivieron.
La OCDE examinó, en un estudio separado, la felicidad de los estudiantes en las aulas, utilizando nueve aspectos que incluyen su compromiso con la escuela, su bienestar material, cultural y psicológico o la apertura a la diversidad.
En el caso de los estudiantes asiáticos se mostró que están sometidos a mayor estrés y expresaron tener miedo al fracaso; en el caso de España y Perú, con resultados más bajos en las pruebas, mostraron un menor grado de ansiedad y mayor de felicidad.
Así pues, vemos que los distintos gobiernos siguen mal enfocando sus políticas educativas, priorizando quién sabe qué cosas que nada tienen con la mejora del aprendizaje de los estudiantes, sino todo lo contrario.
POR: KARINA ÁLVAREZ
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