DESDE AFUERA

Kissinger: Ni ángel ni demonio

Cualesquiera hayan sido sus pecados fue un ejemplo de la amoralidad en el rejuego de la política internacional y sus lecciones serán usadas

OPINIÓN

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José Carreño Figueras / Desde Afuera / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La muerte de Henry Kissinger, a los 100 años de edad, marca también en cierta forma el final de una era.

Kissinger era el último sobreviviente de los grandes actores de la Guerra Fría después de la Segunda Guerra Mundial. Un jugador de la reapolitik que se regocijaba en las jugadas de poder y veía a los países pequeños como peones en el gran tablero del ajedrez global.

Judío nacido en Alemania y prófugo de los nazis; luego miembro del Ejército estadounidense que ocupó su país de nacimiento a la derrota de las huestes de Adolfo Hitler. Catedrático y luego un jugador político tan astuto que configuró la política exterior de EU de la segunda mitad del siglo XX.

Descrito alternadamente como encantador y engañoso, fue en cierta forma un diplomático de la Europa del siglo XIX trasladado a Estados Unidos, en la segunda mitad del siglo XX.

En 1971, como Consejero de Seguridad Nacional del presidente Richard Nixon, hizo un viaje secreto a la República Popular China que de hecho abrió las puertas a la participación internacional de ese país en ese momento aislado y ahora la segunda potencia mundial, en un posible camino a ser la primera.

En el marco de la Guerra Fría, Kissinger explotó de las divergencias ideológicas del gobierno chino con el régimen de la Unión Soviética para presionar más a Moscú y llevarlo en un camino que resultó años después en la disolución de la URSS, en 1990, y el surgimiento de Beijing. Pero también fue el artífice, o por lo menos el responsable último, de hechos como el golpe de Estado militar contra Salvador Allende, en 1973, en Chile, o del auspicio a la Operación Cóndor, lanzada por regímenes militares sudamericanos (Argentina, Brasil, Chile y Uruguay) contra movimientos y militantes de izquierda.

Kissinger fue ciertamente un defensor de los intereses estadounidenses, pero también alguien dispuesto a olvidarse de los valores y principios que decía defender.

En cierta forma no muy lejano de los grandes jugadores de la geopolítica del siglo XIX en Europa y probablemente alguien al que se estudia ahora en los círculos de poder de las grandes potencias y los poderes emergentes. Al menos de aquellos con vocación de controlar sus entornos.

Quizá su logro más importante haya sido el haber extrincado a Estados Unidos de la Guerra de Vietnam, un trabajo que lo llevó a recibir el Premio Nobel de la Paz, en 1973, pese a que el conflicto como tal no terminó sino hasta 1975.

Kissinger no creía en esa guerra, pero hizo todo lo que pudo para ganarla, incluso auspiciar delitos de lesa humanidad como los bombardeos de Camboya, una nación neutral cuyo territorio era usado por la guerrilla Vietcong como refugio y base de operaciones. Pero aún eso era parte del cálculo: demostrar que tan lejos se puede llegar para llegar a negociaciones en una posición de fuerza. Cualesquiera hayan sido sus pecados, Kissinger fue un ejemplo de la amoralidad en el rejuego de la política internacional y sus lecciones serán usadas en el mundo multipolar que viene. 

POR: JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM

@CARRENOJOSE1

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