Una de mis cuentas favoritas en X, antes Twitter, es la de World of Statistics, @stats_feed que recopila información (y estadísticas) de las más diversas fuentes y las presenta de manera atractiva y divertida para los legos como yo. No es tan divertida como ver videos de gatos en TikTok, cierto, pero es bastante útil e informativa.
Hace poco dió datos acerca de los sueños más frecuentes en distintos países del mundo, en un ejercicio que ya hubiese querido para sí Sigmund Freud. Algunos son bastante predecibles, como por ejemplo los relacionados con el amor, el matrimonio o las ex parejas (especialidad mexicana esta última). Otros son un enigma: en muchos países con altos niveles de desarrollo (EEUU, Reino Unido, Australia y Canadá) la gente sueña con que se les caen los dientes, mientras que en países pobres los sueños son más mundanos o de primera necesidad: un automóvil en Haití, cortarse el pelo en Palestina, zapatos en Etiopía o el sexo en Nigeria.
No se especifica si se trata de sueños o de pesadillas, pero eso resulta irrelevante considerando la cantidad de pesadillas de la vida real que enfrenta hoy el mundo.
¿Por dónde empezar? Tal vez con las guerras y el terrorismo que azotan a Medio Oriente, donde un acto de barbarie lleva a otro que lleva a otro y así en el infinito de la espiral del odio y la violencia: del terror de Hamas a las represalias sin medida de Israel que parecen dirigidas a producir un éxodo masivo de gazaítas.
O en Yemen, donde han muerto más de 150,000 personas en una guerra civil en la que tomó abiertamente partido Arabia Saudita, que no se ha cansado de bombardear a la población civil en un fútil intento por inclinar la balanza en contra de los hasta ahora predominantes Houthis. Sí, esa Arabia Saudita que acaba de recibir en bandeja de plata la sede del Mundial de Fútbol de 2034.
Otra pesadilla es la que continúa en Ucrania, cuya guerra con Rusia bien podría prolongarse durante años en vez de meses, ante la incapacidad de ambos bandos para imponerse en lo militar y la conveniencia geopolítica para EEUU y la OTAN de mantener a Rusia empantanada en un largo y costoso conflicto armado.
Más cerca de nosotros está Argentina, que va de despeñadero en despeñadero y ahora podría elegir a un personaje, Javier Milei, de cuya salud mental se duda ya abiertamente incluso en medios estadounidenses y europeos.
O, pesadilla de pesadillas, la decadencia política estadounidense ilustrada por la alta probabilidad de que Donald Trump regrese a la Casa Blanca si no va primero a la cárcel, o de que impere la razón (es un decir) y se reelija Joe Biden, que a sus 80 años de edad ya es el presidente más viejo que haya tenido ese país.
Cuando las alternativas para la única superpotencia mundial son un probable criminal o un anciano, es que la decadencia ya ha entrado en su fase final.
Ante esas pesadillas, imposible conciliar el sueño.
POR GABRIEL GUERRA CASTELLANOS
GGUERRA@GCYA.NET
@GABRIELGUERRAC
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