COLUMNA INVITADA

¡Nunca demos nada por hecho!

Qué lección para aprender a no ocuparnos tanto con lo cotidiano, me enseñas que la vida es fugaz

OPINIÓN

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Mónica Salmón / Columna invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Lunes: 10:07 am

Recibo tu mensaje preguntándome cómo me va en mi nueva vida. Te respondo diciendo que tenías razón, que adaptarse aquí no es fácil y que se necesita tener cierto carácter. Me dices que tengo la personalidad y la sonrisa para conquistar cualquier cultura, y te envío un emoji riendo.

El martes: 9:45 am me preguntas si puedo hablar y te digo que no, que estoy ocupada, pero que me digas por WhatsApp. Me comentas que te has sentido mal, cansado y que sientes que necesitas ayuda. Me pides que te llame en la tarde, pero no lo hago.

El miércoles: 7:13 am

Te envío mi artículo del periódico Heraldo. Me respondes diciendo que es un gran artículo, con emojis de aplausos.

Estoy tan ocupada con la vida diaria y, además, emocionalmente enganchada con el documental de Netflix sobre los atentados del 13/11/2015 en París. Además, leo un libro que me ha llegado desde Francia, firmado por su autor, que habla sobre la crónica descarnada y humana del proceso judicial por el atentado islamista contra la sala Bataclan. Me obsesiono con el tema y tengo miedo de estar en el mes de noviembre, después de lo sucedido en Israel no logro dormir. Siento una inquietud constante en mi alma y quiero regresar a París para estar con mi hija. Le pido obsesivamente que me mande su ubicación y que no salga de casa, y que esté en contacto constante conmigo. Me doy cuenta de que estoy siendo insoportable y estoy llena de miedo. Además, estoy atendiendo a pacientes en línea ese mismo día ya tarde, toca a mi puerta una joven de Mongolia que tiene la edad de mi hija, buscando un consejo y un abrazo materno. Me desvelo consolándola en mis brazos mientras llora y habla de su mamá y su exnovio. Veo que me has llamado y me doy cuenta de que no te he regresado la llamada. Son las 11:50 pm y estoy exhausta, así que me voy a la cama. Pienso en llamarte mañana. Se me va la mañana y el jueves a las 3:30 pm

Recibo una llamada de Carlos, tu mejor amigo con quien creciste en tu infancia. No logro contestar y envía un mensaje de voz, diciendo: "Moniquita, llámame, tengo algo importante que decirte. Eugenio murió anoche de un infarto al corazón."

No puedo creerlo. Tomo mi teléfono y veo tus comentarios en mi artículo, y también veo tu llamada perdida. No puedo parar de llorar, te envío un mensaje preguntándote si puedo devolverte la llamada. Pero ya no estás. Ya no estás y no contestas. Es demasiado tarde.

Quiero gritar del dolor que siento en el pecho, la culpa me invade, te he rezado, te he pedido perdón, te he prendido una vela, te he llevado como tema principal a mis sesiones de terapia. Juro por Dios que había dado por hecho que podríamos volver a hablar. Eras tan joven que la vida te esperaba por muchos años más. Esa llamada perdida me ha quemado el corazón. Fuiste mi vecino durante mi infancia por años, eras el hermano mayor, el primo más guapo, aquel de la voz más bonita, el que me robó un beso a los 17 años adentro de una iglesia después de una misa. Siempre aplaudiste en las presentaciones de mis libros, siempre cantaste las mañanitas en mi cumpleaños.

Juntos descubrimos que Marilyn Monroe había estado en casa de Indio Fernández en 1962. Tuvimos una larga discusión sobre Dolores del Río. Tú decías que seguramente había estado celosa de Marilyn, mientras que yo defendía a Dolores como si su sangre mexicana fuera parte de mi familia. A partir de ese momento, todos tus mensajes comenzaron con "Hola Dolores" y te reías. Nunca cedimos en nuestra terquedad, propia de los Capricornio. Me mandaste una foto de Indio Fernández, Marilyn Monroe y Dolores. Todavía la conservo. Ni ellos tres ni tú están ya.

Qué lección para aprender a no ocuparnos tanto con lo cotidiano, ahora me enseñas que la vida es fugaz, que las voces lindas se apagan. Trataré de aprender a no dar nada por hecho. Cierro los ojos y escucho tu voz diciendo: "Qué importa que cantes mal, ríes bonito".

Hoy me llegó una invitación para asistir a tu misa de despedida, por favor vestidos de blanco. No me lo creo. ¡Canta Eugenio, canta desde el cielo!             

POR MÓNICA SALMÓN 

@MONICASALMON_

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