MALOS MODOS

Vaya a la FIL, presidente

Creo que debería ir al menos una vez a Guadalajara y triunfar ahí donde no lo consiguieron ni Peña, ni Samuel

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Entiendo sus reticencias, presidente, cuando se trata de la FIL. Hay mucho conserva por ahí. Mucho fifí. Mucho neoliberal. No se respira amor al pueblo.

Entiendo que no quiera ir, además, porque andan por ahí demasiados que ya perdieron sus privilegios y el ambiente en los pasillos puede ponerse tenso. Hay pocas más hostiles que un poeta mexicano sin beca, se los puede decir el Doctor Patán, que ha ido a las últimas 15 o 20 ediciones, y esos miserables solo lo apoyaron a usted, ahora lo sabemos, con la esperanza de que les mejorara el Sistema Nacional de Creadores.

Nunca pensaron en la importancia de promover el huipil, que es el verdadero sentido del presupuesto para Cultura. Son egoístas. Además, suelen estar o crudos y de un humor del carajo, porque los hicieron levantarse para la conversación con los jóvenes de una escuela de Zapopan, o a medios chiles desde las 11 o 12, porque no dejan ir vivo un coctel de los que pagan las editoriales, y sabemos que el alcohol desata los demonios.

Dicho lo anterior, presidente, creo que debería ir al menos una vez a Guadalajara y triunfar ahí donde no lo consiguieron ni Peña, el semental de Atlacomulco, ni, recientemente, mi Samuel, al que ya comprobamos que también se le cortocircuitan los títulos (por andarse burlando de Peña, mi góber; no hay que hacer leña del semental caído, hombre).

Vaya a la FIL, presidente. Demuéstreles que México no ha escuchado lo suficiente lo de Mussolini y Juárez. O recite al gran Pellicer, Primera Voz de la tierra santa. De Tabasco. No sé: la de “Esta barca sin remos es la mía”, por decir. O, mejor, aviéntense otra vez el de Amado Nervo, el coloso de Nayarit, que nos compartió en la mañanera, pero esta vez completo. Sí, el de “Vida, nada me debes”. Digo, está rudísimo lo de “Cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida”.

Ahí sí –dan ganas de decir–, no nos ande metiendo calambrones, presidente, que usted es eterno. Pero, en cambio, todos daríamos un dedo de la mano con tal de escucharlo frasear ese arranque en latín. Me lo estoy imaginando, con esa cadencia tabasqueña, y me deleito por adelantado: “Artifex vitae, artifex sui”. Agüevo. Artífice de su vida, artífice de su destino, o algo así, y, gracias a Dios y al ejemplo de Jesucristo, primer activista de la historia, artífice del glorioso destino patrio.

Ándele, presidente, anímese. El Doctor Patán está dispuesto a ser su Virgilio en esos infiernos. Luego de la lectura, le propongo, nos cruzamos al bar del Hilton a echarnos unos quiebres y así recupera a los poetas para la causa. Está fácil. Llévese unos buenos fajos de cash, siéntese en una mesa e invíteles unos tequilazos según vayan llegando, verá que como moscas al tarro de miel.

Con eso vuelven al redil. Porque el alcohol, entre los poetas, sí, desata los demonios, salvo cuando es gratis. 

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

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