LA REBELIÓN GEOPOLÍTICA

El gran ajedrez global entre EU y China

En un mundo donde la diplomacia y el comercio internacional son tan cruciales como el aire que respiramos

OPINIÓN

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Talya Iscan / La rebelión geopolítica / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

En un mundo donde la diplomacia y el comercio internacional son tan cruciales como el aire que respiramos, la relación entre Estados Unidos y China se ha convertido en un claro reflejo de cómo el poder y la política pueden tejer una intrincada red de interdependencia y conflicto.

El crecimiento exponencial de China la catapultó como un socio comercial preeminente de Washington. En el año 2022, su intercambio comercial con Estados Unidos y China registró un récord, al llegar a 691 mil millones de dólares, para demostrar su ascenso en el escenario global pero también la intrincada relación con Estados Unidos, marcada tanto por intereses económicos y tecnológicos sustanciales como por una guerra industrial y comercial sin cuartel.

Anteriormente, la decisión de imponer aranceles por parte del expresidente Donald Trump, bajo el artículo 301 de la Ley de Comercio de 1974, con acusaciones de prácticas desleales y robo de propiedad intelectual, no fue más que el comienzo de un conflicto que ha desestabilizado el equilibrio global. Esta guerra comercial, lejos de ser una mera disputa por tarifas, es un símbolo del choque de dos titanes en busca de la supremacía global, una lucha que se libra en el campo de la innovación, la tecnología y la influencia económica.

La reciente reunión entre Joe Biden y Xi Jinping, en medio de conflictos de alcance global como los de Rusia-Ucrania e Israel-Palestina, adquiere una relevancia aún mayor. Se trata de dos potencias con roles antagónicos en el escenario mundial, donde Estados Unidos, con su conocida economía de guerra, busca reducir su dependencia del gigante asiático para ganar terreno en Oriente, mientras que China, manteniendo una postura neutral ante los conflictos mundiales, no cierra las puertas a las oportunidades de negocio en el sector militar.

Sin embargo, es imposible ignorar las tensiones subyacentes y las declaraciones imprudentes, como cuando Biden calificó al régimen chino de "dictador", una declaración que resuena como un eco de la opinión pública estadounidense, moldeada durante años por una narrativa antichina. Este acto no sólo evidencia un descuido diplomático por la administración de Biden, sino que también pone de manifiesto la complejidad de forjar alianzas en un entorno global donde las percepciones y las realidades políticas internas juegan un papel determinante.

La posibilidad de un diálogo comercial genuino y productivo entre estas dos superpotencias parece lejana. Los avances lentos, aunque frustrantes, podrían ser el único camino viable hacia una cooperación a largo plazo. La pregunta que nos queda es: ¿Están Estados Unidos y China dispuestos a superar sus diferencias ideológicas y estratégicas para trabajar juntos en un mundo cada vez más interconectado y dependiente? La respuesta a esta pregunta definirá no sólo el futuro de estas dos naciones, sino también el rumbo de la geopolítica mundial en las próximas décadas.

POR TALYA ISCAN
CATEDRÁTICA, FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES, UNAM; UNIVERSIDAD PANAMERICANA

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