Parte del rotundo éxito de Javier Milei en las elecciones presidenciales se la debió a su retórica. Esta es insultar con una enorme rabia a los enemigos creados por él, acusándolos de todo lo malo con Argentina. La clase política, la izquierda (representada por muchas variantes entre las cuales inserta al Kirchnerismo) y la prensa son tres de los grandes antagonistas de la historia de aquel país y el próximo presidente se presenta a sí mismo como la solución a los males que afligen a la nación.
Basta con leer algunos de sus discursos: “Hemos logrado construir esta alternativa competitiva que no solo dará fin al kirchnerismo, sino que además dará fin a la casta política parasitaria, chorra e inútil que hunde a este país”. He aquí otra: ““En 1989 cayó el muro de la vergüenza [el de Berlín] y aplastó a los zurdos, pero siguen contaminando nuestra sociedad. [...] Todo lo que tocan lo arruinan y lo empobrecen, “¡Vamos contra los zurdos!”. Su retórica es fuerte y le otorga a la población la posibilidad de encontrar culpables de la crisis que vive Argentina, pues, aunque el enemigo se lo esté inventando Milei, el problema sí es real.
Sería erróneo decir que tales características discursivas son únicas de él, de hecho, hay patrones similares en muchos casos. Crean una base popular, apuntando y acusando a diversos sectores de los agravios de la nación. El ídolo de Milei, Donald Trump, es un claro ejemplo. Sus comentarios señalaban a las minorías, los demócratas y la prensa de ser los principales causantes del mal de Estados Unidos.
Para esta retórica no necesariamente se debe de estar enfrente de una gran multitud, las redes sociales hacen una excelente labor de transmitir el mensaje a millones de receptores. En el caso de Trump, sus tweets así lo reflejaban como este del 5 de abril de 2019: “La prensa está haciendo todo lo que está a su alcance para luchar contra la magnificencia de la frase ¡HAZ A ESTADOS UNIDOS GRANDE OTRA VEZ! […] ¡Son verdaderamente el ENEMIGO DEL PUEBLO!
Ahora no hace falta irse a otros países, pues aquí en México los supuestos enemigos también tienen una fuerte presencia en las palabras del presidente Andrés Manuel López Obrador. Sea la oposición, la mafia del poder, los neoliberales o el PRIAN, lo cierto es que el mandatario creó hábilmente un antagonismo entre estos grupos (muy diversos unos de otros) y el pueblo.
La política se ha convertido en un espectáculo de malabarismos verbales, donde la profundidad del análisis y la complejidad de los problemas se sacrifica en el altar de la narrativa simplista. En este teatro del absurdo, los políticos no son más que actores principales, encarnando el papel del redentor en un drama con villanos convenientemente designados bajo un guion escrito por la ira y la frustración colectiva.
POR IGNACIO ANAYA
COLABORADOR
@Ignaciominj
MAAZ