PORTAZO

El absurdo humor involuntario

Nada supera en hilaridad a las declaraciones ampulosas, excepto de cuando en cuando, en momentos perdurables, una fotografía reveladora de la ineptitud, como aquella de un Jeep atascado

OPINIÓN

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Rafael Cardona / Portazo / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Algunas veces los políticos divulgan sus acciones —sin darse cuenta—, con el absurdo ropaje del ridículo. En otras ocasiones con la máscara grotesca de la ineptitud o el evidente desatino.

Nada supera en hilaridad a las declaraciones ampulosas, excepto de cuando en cuando, en momentos perdurables, una fotografía reveladora, de la ineptitud colectiva, como aquella imagen —ya eterna— de un Jeep atascado en el lodo camino a Acapulco en la frustrada excursión del bienhechor incapaz de brindar un imposible auxilio a quienes quedaron atrapados en el desastre provocado por un huracán, a cien kilómetros de distancia.

Y hay políticos cuya capacidad de superar el martes las pifias del lunes, es superlativa. Uno de ellos es nuestro bien amado señor Presidente, quien, en su reciente visita al puerto desastrado, nos brindó una estampa maravillosa, como después trataré de describir. Pero antes, un ejemplo de absurda similitud.

Para darle un exacto comparativo a este desatino insuperable, permítame usted recordar a los celebérrimos hermanos Marx. No recuerdo si fue Zeppo quien afanoso buscaba y rebuscaba algo por la acera.

Su hermano le pregunta ¿Qué haces? Y él responde angustiado: busco un dólar; se me acaba de caer.

—¿Por dónde se te cayó?

—Por allá, le dice, y señala la esquina distante.

—¿Entonces por qué los buscas aquí si lo deberías buscar allá?

—Porque aquí hay más luz.

Eso y no otra cosa hizo el presidente Andrés Manuel López Obrador. Supervisar la reconstrucción del puerto despedazado por el huracán, pero desde un barco en turístico recorrido por la bahía.

Ya antes lo había hecho, pero desde el helicóptero. Uno puede imaginar la explicación náutica: señor Presidente, cómo usted puede ver, la parte acuática de Acapulco, está intacta, sin daños mayores.

Hemos recuperado las olas y la arena de las playas. tampoco el sol sufrió daños, gracias a los humanistas postulados de la cuarta transformación, cuyo avance usted encabeza para fortuna de nuestra patria de donde usted desterró la corrupción, el clasismo y el racismo, entre otras lacras del pasado cuya pudrición agobiaba al pueblo… “…

Desde el barco, López Obrador (Expansión), reiteró su mensaje a los acapulqueños y a los habitantes de Coyuca de Benítez de que habrá apoyos para recuperar los enseres domésticos y reconstruir las casas…”.

Esta breve singladura (cada quien su “Bonanza”), sólo halla par en las explicaciones de Abelina López, alcaldesa de Acapulco, quien atribuyó la baja mortandad en la tragedia a la cantidad de personas refugiadas bajo el agua (de la bahía de Santa Lucía) mientras los vientos feroces arrasaban con todo.

Ya insistir en aquello de la cohesión social como orgullosa disculpa por el pillaje del crimen organizado, es ir demasiado lejos.

POR RAFAEL CARDONA

COLABORADOR

@CARDONARAFAEL

MAAZ