COLUMNA INVITADA

APEC: un espacio de encuentro y distensión

En el contexto de esta cumbre, el encuentro que generó más expectativas fue el concertado entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el líder de China, Xi Jinping

OPINIÓN

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Claudia Ruiz Massieu / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La semana pasada, San Francisco fue sede de la cumbre anual del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, por sus siglas en inglés): el principal foro multilateral de la región, que concentra más de la mitad del Producto Interno Bruto mundial y más de 40% del comercio internacional. 

En términos generales, el balance fue positivo. En la Declaración del Golden Gate, los líderes del APEC suscribieron una serie de compromisos para fortalecer la integración económica de la región asumiendo como prioridades la resiliencia, la sostenibilidad, la interconexión, la innovación y la inclusión en las economías de los países que lo integran. 

En el contexto de esta cumbre, el encuentro que generó más expectativas fue el concertado entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el líder de China, Xi Jinping. En la reunión bilateral, ambos mandatarios alcanzaron acuerdos para controlar el tráfico de precursores químicos del fentanilo, enfrentar juntos el cambio climático, colaborar para atender los riesgos que plantea la inteligencia artificial y restablecer las comunicaciones militares de alto nivel entre los dos países. 

Si bien dicha reunión no desembocó en replanteamientos de fondo en la relación bilateral más definitoria del orden internacional de nuestro tiempo, sí ofreció una clara muestra de la voluntad de los líderes por distender, mediante la diplomacia, las diferencias que la han caracterizado durante los últimos años. 

Su objetivo era el mismo, pero sus motivaciones distintas. La prioridad de Biden era evitar una crisis diplomática en un momento cuando en Europa y Oriente Medio dos aliados de EE. UU. libran conflictos prolongados con el riesgo permanente de escalar e incluso desbordarse; todo ello con un proceso electoral en puerta. Por su parte, Xi deseaba cancelar la posibilidad de nuevas sanciones arancelarias o mayores barreras al comercio, medidas que podrían empeorar el bajo rendimiento actual de la economía china, donde las exportaciones, la inversión extranjera directa y la tasa de empleo se mantienen a la baja. 

A pesar de los acuerdos alcanzados, EE. UU y China mantienen posiciones distintas sobre los dos principales conflictos en el mundo: la invasión rusa a Ucrania y la guerra en Gaza. También se mantiene la “línea roja” de la relación bilateral, que ha dividido a ambos países durante décadas: Taiwán. Xi Jinping considera la unificación como un elemento crucial para el futuro de China y para su propio legado; para EE. UU., la defensa de Taiwán es fundamental en la preservación del orden internacional basado en reglas. 

La cumbre en San Francisco también ofreció la oportunidad para que el presidente mexicano se reuniera con Biden, con Xi y con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. La asistencia de los jefes de Estado a este tipo de foros va más allá del protocolo: se trata de una oportunidad para dialogar y acordar directamente con sus pares asuntos delicados. Por ello es bienvenido, aunque extemporáneo, que en este sexenio México vuelva a estar representado. Nuestro país tiene un espacio reservado en la mesa donde se toman las decisiones que definen el futuro del orden internacional, no podemos seguir desaprovechándolo. 

POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU

COLABORADORA

@RUIZMASSIEU 

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