POLÍTICA Y DIPLOMACIA SOSTENIBLE

¿Entre dos amores?

Después de una reunión de cuatro horas con el presidente Biden, Xi Jinping declaró que su país “no busca emprender una guerra fría o caliente con nadie”

OPINIÓN

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Miguel Ruiz Cabañas / Política y Diplomacia Sostenible / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

La Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), que tuvo lugar esta semana en San Francisco, California, fue un éxito moderado para Estados Unidos y para el presidente Biden. En un contexto de tensiones geopolíticas globales, por la guerra en Ucrania y el conflicto entre Israel y Hamas, la reunión concluyó con la aprobación unánime de una Declaración que busca reanimar los fines para los que se fundó APEC en 1989: fomentar la cooperación económica entre los países del Pacífico. 

Sería ingenuo asumir que la Cumbre de San Francisco marcará un nuevo comienzo para el Foro. Parece más bien un receso para disminuir tensiones entre China y Estados Unidos. No está mal para un mundo atribulado por la percepción generalizada de que nos adentramos en una nueva guerra fría. 

La actitud de China fue muy positiva en la reunión. El presidente de la República Popular, Xi Jinping, hizo a un lado el estilo diplomático de su gobierno de los últimos años, conocido como la diplomacia de los “lobos guerreros”, en la que altos funcionarios rechazan públicamente cualquier crítica hacia su país o sistema de gobierno, al tiempo que aprovechan para criticar abiertamente a otras naciones, en especial a Estados Unidos. 

En San Francisco, Xi Jinping retornó al tradicional estilo diplomático chino, inaugurado por Deng Hsiao Ping a fines de la década de los setenta del siglo pasado, que pregonaba “el ascenso pacífico de China”, y subrayaba que su país no debía ser visto como una amenaza para nadie. Un estilo alejado de la controversia, que buscaba minimizar el peso de las nuevas fortalezas económicas del gigante asiático, para no despertar envidias, levantar sospechas y resistencias de otros países.  

Después de una reunión de cuatro horas con el presidente Biden, Xi Jinping declaró que su país “no busca emprender una guerra fría o caliente con nadie” y que, sin importar la etapa de desarrollo que alcancen, “China nunca perseguirá la hegemonía o la expansión”. Para evitar confrontaciones, en ningún momento se refirió a la cuestión de Taiwán, asunto que mantuvo sin comunicación de alto nivel a las dos superpotencias el último año, desde de la controvertida visita de Nancy Pelossi a la isla en agosto del año pasado. Ambos líderes acordaron reanudar las comunicaciones entre sus fuerzas armadas para evitar accidentes o malentendidos. Los presidentes se hablarán por teléfono para evitar una crisis, y cooperarán para evitar el tráfico de precursores con los que se fabrica el fentanilo. 

Pero no hubo ningún avance en temas comerciales. Estados Unidos está decidido a reducir al máximo su dependencia de China en el suministro de muchas cadenas de producción, pero especialmente en materia de semiconductores, los componentes esenciales de la economía de este siglo. Aduciendo motivos de seguridad nacional, impuso restricciones para evitar que China produzca semiconductores de última generación, diseñados por empresas estadounidenses y taiwanesas, que actualmente se producen en Taiwán, Japón y Corea del Sur. Estados Unidos está buscando que se produzcan en América del Norte, y México podría salir muy beneficiado si alinea sus políticas públicas, en materia energética, estado de derecho y de seguridad, para conformar un ecosistema propicio para este tipo de inversiones. 

El gigante asiático ha respondido restringiendo la exportación de galio y germanio, materiales fundamentales para la producción de esos semiconductores, pero que pueden ser producidos por otros países. La decisión del gobierno chino podría acelerar aún más la salida de empresas extranjeras de su territorio.    

El presidente Xi Jinping tiene claro que esta confrontación no beneficia a su país. En un discurso ante CEOs de grandes empresas subrayó que “la desvinculación (decoupling) y la ruptura de las cadenas de suministro no están en el interés de nadie”. Abogó por un “regionalismo abierto” y la construcción de una zona de libre comercio en Asia-Pacífico. Afirmó que China es la mejor inversión y que la “próxima China sigue siendo China”. Subrayó que su gobierno ha eliminado todas las medidas restrictivas a la inversión extranjera en manufacturas y, más significativo aún, su decisión de dar el mismo trato a los inversionistas extranjeros que a los inversionistas nacionales. 

En una decisión afortunada, el presidente López Obrador asistió a la Cumbre y sostuvo encuentros con los líderes de las dos superpotencias. Llama la atención el trato sumamente cordial de ambos líderes hacia el presidente mexicano. Xi Jinping elogió su liderazgo, mientras que Biden le dio trato de “amigo”, a pesar de las importantes diferencias comerciales entre ambos países en el marco del TMEC. Más allá de las personalidades de cada uno de ellos, ambas entrevistas reflejan que tanto China como Estados Unidos cultivan a México porque nos necesitan. 

La gran nación asiática quiere asegurarse una buena relación con nuestro país para que sus empresas no se queden fuera de los potenciales beneficios del “nearshoring”. Por su parte, Biden sigue dependiendo de la cooperación que México le preste en materia migratoria, y para controlar el tráfico de fentanilo, ambos temas vitales para su intento de reelección. No debemos desaprovechar las oportunidades que se nos abren. Quizá no vuelvan.

POR: MIGUEL RUIZ CABAÑAS

PROFESOR EN EL TEC DE MONTERREY

@MIGUELRCABANAS

MIGUEL.RUIZCABANAS@TEC.MX

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