MALOS MODOS

De Guabaridato a San Francisco

No es que nuestro líder tenga alguna incapacidad para aprender idiomas. Por Dios

OPINIÓN

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Julio Patán / Malos Modos / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Estoy preocupado por el viaje de nuestro líder a San Francisco, la ciudad que congrega en estos días a los líderes del planeta y que le puede ser hostil por una gastronomía fifí y exótica poco adecuada para un hijo del Tabasco profundo, un respeto a la diversidad sexual que no viene recomendado ni en las Sagradas Escrituras ni en el manual de humanismo viril del Che y Fidel y, sobre todo, una diversidad idiomática en las reuniones de alto nivel que solo podría contrarrestarse con el inglés, que, como sabemos, es la lengua de Satanás.

No es que nuestro líder tenga alguna incapacidad para aprender idiomas. Por Dios. Esa mente colosal puede con lo que sea, de la extracción de petróleo y la cría de pollos a la física cuántica o el esperanto. El problema es el propio de los grandes genios: su mente va más rápido que su lengua. Lo vimos el otro día con una geografía que le es tan cercana como Badiraguato. “Guabaridato… No, Baricueto… No, Barigua… Carajo. Ribara…” En fin, lo recordarán. El Doctor Patán cita de memoria, pero con fidelidad al espíritu del original. Bueno: si eso pasa con la que parece ser su tercera casa, después de Tepetitán y Palacio, ¿qué puede suceder cuando tenga que departir con sus pares japonés, chino, gringo o canadiense? Digamos que con Biden logra articular algo como “Ai lob Trun”, debidamente entrenado por, es un suponer, Marcelo, único angloparlante conocido de la transformación. Esa la libramos. Pero ¿cómo le explicas al presidente gringo que Acapulco está a todo dar y que ojalá los hoteleros norteamericanos se decidan a invertir para que caiga lana en la temporada de diciembre? Más complicado aun: ¿cómo se dice “humanismo mexicano” en mandarín? ¿Cómo le explicas a Fumio Kishida que, también es un suponer, la Nissan va a tener una competencia feroz en la compañía automotriz que va a dirigir mi general Sandoval, la –tercera suposición– Quetzalcóatl? Peor: ¿cómo se dice “Benito” en japonés? Los huipiles y sarapes, muestra de la conocida cordialidad mexicana, ¿los repartes sin decir palabra, sin explicarle a Trudeau que son la evidencia del talento inagotable de nuestros artesanos y ejemplo del modelo de economía de la Cuarta Transformación?

No son preocupaciones infundadas, me temo. Aparte de lo de “Ribariguato”, tenemos el antecedente de “Bienvenida, presidente Kábala” con Kamala Harris. Está muy bien que, al final de su sexenio glorioso, nuestro Líder se haya decidido por fin a llevar la grandeza mexicana encarnada en él a ojos del mundo, y no limitarse a recibir a demócratas hispano hablantes como Evo o Nico Maduro, pero híjole: la investidura hay que cuidarla en todos lados. La única esperanza de su doctor es que el Joserra, cosmopolita forjado en Houston, haya llegado a tiempo de Argentina para acompañar a papá en la visita.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR  

@JULIOPATAN09

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