COLUMNA INVITADA

Cuidar de los que nos cuidan

Este es el momento en que empecemos a pensar cómo empoderar a las personas uniformadas: los policías

OPINIÓN

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Rodrigo S. Martínez-Celis Wogau / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Los policías son la base de la buena convivencia social. Es el grupo de personas que hemos seleccionado y entrenado para que contribuyan a la subsistencia del estado de derecho necesario para desarrollarnos plenamente. Como sociedad, hemos decidido descargarles un sinfín de atribuciones y exigirles su cabal cumplimiento.

Si ocurre un asalto llamamos a los policías; inundaciones y llamamos a los policías; conflicto vecinal, llamamos a los policías; partido de fútbol, llamamos a los policías; persona en shock, llamamos a los policías; accidente automovilístico, llamamos a los policías; manifestación, llamamos a los policías; delincuente artillado, llamamos a los policías; gatito en un árbol, llamamos a los policías. La mayoría de las veces encontraremos policías dispuestos a atender nuestras necesidades. Personas uniformadas comprometidas con hacer todo lo que consideramos deben atender.

Si analizamos las encuestas de confianza en la policía, los datos suelen ser devastadores. En promedio y dependiendo la encuesta base, los policías tienen entre 40 y 55 por ciento de aprobación (en términos de confianza). No confiamos en las personas uniformadas a las que llamamos y solicitamos apoyo constante. Gustavo Fondevila me explicaba sobre un estudio en donde primero preguntaba al grupo de control si confiaba en la policía; la respuesta mayoritaria era NO. Inmediatamente después, al mismo grupo le preguntaba ¿qué necesitas para sentirte más seguro? y la respuesta abrumadora era “más policías”. Algo no está bien; no cuadra. Pareciera que no queremos tener contacto alguno con un cuerpo de policía “hasta que los necesitamos” y, entonces, exigimos su inmediata presencia y que resuelvan el incidente.

Según la organización Causa en Común, al día son asesinados 1.2 policías en el país. Son personas uniformadas de los distintos órdenes de gobierno, aunque las autoridades estatales y —en mayor medida— las municipales suelen ser las más golpeadas. El curso básico de formación policial es de SEIS meses en promedio. Esto quiere decir que, mientras un elemento de policía se forma y se gradúa, habrían asesinado a 216 de sus compañeros en el terreno.

El Estado mexicano debe responder. No hay política pública, mucho menos sociedad, que aguante esta dinámica. Cualquier gran propuesta, idea, política no podrá ser implementada porque no habrá quien las implemente. Atender esto es una decisión con visión estratégica; es responsabilidad de todos.

Las soluciones se construyen sí, desde el centro, pero también de abajo hacia arriba. Las autoridades estatales y municipales conocen de primera línea las problemáticas, viven día con día la situación y deben atenderlas. Como Estado, debemos fortalecer a las instituciones locales. A todos nos conviene tener cuerpos de policía sólidos, fuertes, robustos, eficientes, confiables.

Me atrevo a proponer que uno de los intereses nacionales de México debe ser construir instituciones locales fuertes en donde la prioridad sea proteger a cada uno de sus integrantes. Esas instituciones constituyen la base de la pirámide del Estado. Constituyen un eslabón importantísimo de la cadena de seguridad y gobernabilidad. Nuestra cadena será tan fuerte como el eslabón más débil.

Es momento de que empecemos a pensar cómo empoderar a las personas uniformadas. Es momento de cerrar filas y reflexionar en cómo “cuidar de los que nos cuidan.”

Por Rodrigo S. Martínez-Celis Wogau

Colaborador

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