En 2024 se estarán renovando más de 20 mil cargos de elección popular y la definición de candidatas y candidatos de las distintas fuerzas políticas, así como de las candidaturas independientes que eventualmente resulten ganadores, corresponde única y exclusivamente a las y los electores, es decir, a la ciudadanía de 18 años y más y que cuenten con su credencial para votar por parte del Instituto Nacional Electoral (INE).
En este sentido y de acuerdo con información pública que muestra el INE en su página electrónica, con corte al 9 de noviembre, la lista nominal del electorado registraba 97 millones 489 mil 233 registros de ciudadanas y ciudadanos con su credencial para votar, es decir, es hasta estos momentos, el potencial de electores que pudieran asistir a las urnas a votar libremente por el partido político, coalición, candidata o candidato de su elección.
Cuando segmentamos a esta población observamos que el mayor peso se localiza en la ciudadanía de 65 años y más con 12 millones 496 mil, 997 de registros. En cambio, la población de 18, 19 y de 60 a 64 años, son los que representan el menor universo de electoras y electores con 1,716,260 millones de registros, 2,136,238 y 5,745,554 registros, respectivamente.
Ahora bien, si juntamos algunos grupos etarios, por ejemplo, de las y los ciudadanos de 20 a 24 y de 25 a 29 años tenemos que suman 22,592,621 que, junto con los 2,136,238 nos dan un universo muy importante de 24.7 millones de electoras y electores, grupo que, de acuerdo con diversos estudios publicados por el INE constituye poco más del 25% del segmento de la población que menos participa en las elecciones.
Ante este universo posibles votantes una de las estrategias que deberán implementar tanto los partidos políticos como las autoridades electorales, será la de programar una serie de acciones para incrementar la participación de la ciudadanía en la jornada electoral que se llevará a cabo el 2 de junio de 2024.
Si observamos los registros de las últimas elecciones federales presidenciales, en donde generalmente existe una mayor participación, de 1994 a 2018, la de 1994 es donde se ha obtenido la mayor participación de electoras y electores con un 77.2%, siendo la más baja la del año 2006 en donde sólo participó el 58.6%. En total se contabilizan 5 elecciones presidenciales en donde la media de participación se ubica en un 65.26%, dicho de otro modo, la media de abstencionismo se ha ubicado en un 34.74%.
Si este 34.74% se repitiera en las elecciones de 2024, estaríamos pensando en que poco más de 33.8 millones de ciudadanas y ciudadanos no estarían participando en las próximas elecciones.
Es por ello por lo que, en gran medida las baterías tendrían que estar dirigidas a promover la participación de las y los jóvenes. El INE aprobó hace algunos días su Programa de promoción de la participación ciudadana para el proceso electoral concurrente 2023-2024, pero habrá que estar atentos a la magnitud de la difusión de dicho programa, sus acciones y alcances, así como de las acciones que implementen los partidos políticos cuya obligación de incentivar la participación ciudadana también les corresponde.
Si se logra una participación importante no solo estamos convenciendo a la gente de que haga uso de su derecho al voto, también, les daríamos mayor credibilidad a las y los candidatos que resulten ganadores y a nuestro propio sistema electoral con lo que reforzamos nuestra democracia.
POR FERNANDO DÍAZ NARANJO
COLABORADOR
MAAZ