COLUMNA INVITADA

Otis: el golpe devastador a Acapulco y la respuesta de un país

Este desastre también invita a una reflexión sobre el papel del liderazgo en tiempos de crisis

OPINIÓN

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Pedro Ángel Palou / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

El reciente paso del huracán Otis por Acapulco ha marcado uno de los momentos más oscuros en la historia reciente de México. Con un saldo trágico de muertes y personas damnificadas, este desastre natural ha sacudido los cimientos de la nación, exponiendo no solo su vulnerabilidad frente a la furia de la naturaleza, sino también la capacidad de respuesta y liderazgo de sus gobernantes. Algunos periodistas incluso han abonado a ese rencor frente a la respuesta al preguntarse si vale la pena reconstruir el puerto. El aluvión de críticas en redes es respuesta fiera a la insensibilidad.

Acapulco, una vez un vibrante destino turístico, ahora se encuentra en un estado de profundo duelo y devastación. Las imágenes de calles sumergidas, edificios derrumbados y comunidades enteras en ruinas han capturado la atención del mundo. La magnitud del desastre, evidenciada por las cifras de muertos y damnificados, plantea serias preguntas sobre la preparación y la respuesta de emergencia en México.

La administración de López Obrador se ha enfrentado a críticas por su manejo de la crisis. A pesar de los esfuerzos por brindar asistencia y apoyo a los afectados, muchas voces señalan que la respuesta fue lenta y burocráticamente enredada. Estas críticas se hacen más fuertes cuando se contrastan con la rápida movilización de ayuda en otras naciones afectadas por desastres similares.

El impacto de Otis va más allá de la pérdida física y material. Ha intensificado la polarización política en un país ya dividido. Para algunos, la respuesta del gobierno ha sido vista como un reflejo de su enfoque hacia la gobernanza y la sensibilidad social. Para otros, ha sido un llamado de atención sobre la necesidad de fortalecer la infraestructura y los sistemas de respuesta a emergencias. Hoy día Acapulco sigue en muchas partes sin agua, sin electricidad, prácticamente incomunicado.

Este desastre también invita a una reflexión sobre el papel del liderazgo en tiempos de crisis. La capacidad de un líder para unir a su pueblo, ofrecer consuelo y asegurar una respuesta rápida y efectiva es crucial. En el caso de Otis, las acciones y decisiones del gobierno serán analizadas en términos de su capacidad para manejar no solo las secuelas inmediatas, sino también la reconstrucción y recuperación a largo plazo. Cuando ocurrió en Estados Unidos el huracán Katrina pasó algo similar, la respuesta gubernamental fue lenta, dejando a los miles de damnificados en el limbo. 

La respuesta del gobierno mexicano al paso del huracán Otis en Acapulco ha generado diversas críticas. Algunos expertos han comparado esta crisis con el incidente de Ayotzinapa, destacando la tendencia del presidente Andrés Manuel López Obrador a minimizar y eludir su responsabilidad frente a situaciones críticas. Entre los errores señalados en la gestión de esta crisis se encuentra la alerta tardía a través de redes sociales, una estrategia ineficiente considerando la limitada accesibilidad a internet en Guerrero.

Otra crítica importante ha sido la entrega de ayuda "a cuentagotas" por parte del gobierno, asignando a las Fuerzas Armadas como los únicos responsables de la distribución de apoyos, lo que resultó en una respuesta lenta e ineficiente. Esto ha dejado a muchos sin servicios básicos como el agua potable, incluso dos semanas después del huracán. Además, se ha sugerido que esta decisión de centralizar la ayuda en las Fuerzas Armadas fue un intento de desviar la atención de la incapacidad del gobierno para reaccionar adecuadamente ante un desastre natural de esta magnitud. Una foto de López Obrador atascado en el lodo mientras busca llegar a Acapulco fue el símbolo de esa inefectividad del Ejército al implementar su plan de rescate.

Mirando hacia el futuro, el desafío para México será cómo reconstruir no solo Acapulco, sino también la confianza en sus instituciones y líderes. La recuperación de Otis ofrecerá oportunidades para mejorar la preparación ante desastres y fortalecer la cohesión social y política. ¿Es cierto, como afirma la candidata Xóchitl Gálvez, que el problema incluso se agravó por la falta de recursos para Fonden producto de la cancelación de fideicomisos en este sexenio? Si es así urge recuperar la capacidad también económica para hacer frente a la catástrofe natural.

Indiscutiblemente la devastación causada por el huracán Otis ha dejado cicatrices profundas en el paisaje y en el corazón de México. A medida que el país avanza hacia la recuperación, será esencial aprender de esta experiencia y construir un futuro más resiliente y unido para enfrentar los desafíos que puedan surgir. La polarización social no abona para nada en el sentido de un país unido en su recuperación. Más que Ayotzinapa, Otis es, a mi juicio, comparable al terremoto del 85 para Miguel de la Madrid. Al tiempo.

POR PEDRO ÁNGEL PALOU
COLABORADOR
@PEDROPALOU

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