MUJERES, S.A.

No soy tu reina

Es probable que la intención de mi interlocutor no fuera degradar, menospreciar o intimidar. Sin embargo, la forma es sustancia, y un término que podría en algunos contextos sugerir cordialidad o familiaridad, resulta ser aquí, como mínimo, inapropiado

OPINIÓN

·
Claudia Luna / MUJERES, S.A. / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Recientemente, durante una reunión de negocios con un conjunto de hombres enfundados en trajes y corbatas, quienes me eran completamente desconocidos hasta ese momento, viví una experiencia que subrayó cómo persisten aún sólidamente incrustados en nuestra cultura, ciertos puntos ciegos en lo que respecta a las mujeres en el mundo de los negocios.

A medida que la reunión llegaba a su fin, el líder del grupo se acercó para compartir algunos puntos clave de su perspectiva. Sus palabras fueron: “Mira, mi reina, lo que nosotros vemos...”. ¡Mi Reina! La sorpresa me envolvió de tal manera que el silencio fue mi única respuesta. La Directora Jurídica de una compañía que cotiza en la bolsa se había convertido en "su reina". Si este es el nivel de respeto concedido a las mujeres en posiciones de poder, ¿cómo estamos tratando a las mujeres que no tienen la fortaleza de un título en su tarjeta de presentación?

Es probable que la intención de mi interlocutor no fuera degradar, menospreciar o intimidar. Sin embargo, la forma es sustancia, y un término que podría en algunos contextos sugerir cordialidad o familiaridad, resulta ser aquí, como mínimo, inapropiado.

Este tipo de apelativos, aunque afortunadamente cada vez menos comunes, especialmente debido a mi edad, ha sido una constante en mi trayectoria profesional. He tenido que enfrentarme a diversos epítetos como “mijita”, “niña”, “corazón” e incluso “pecosita”. Es un desafío consolidar una posición de autoridad o respeto cuando alguien te ha llamado “niña” en una mesa de negociaciones.

A menos que se haya establecido una relación de cercanía que permita tales libertades, aboguemos por no traspasar las fronteras del respeto hacia mujeres que simplemente están desempeñando su labor. ¿Alguna vez han dirigido un “corazón” hacia un colega durante una negociación? ¿O han llamado “mijito” a un abogado rival? ¿Acaso “niño”, “chiquito” o “güerito” a un posible cliente? Si la respuesta es no, entonces podemos estar de acuerdo en que no es la forma adecuada de dirigirse a alguien en un entorno profesional.

Aún me pongo roja de coraje por haber desaprovechado una valiosa oportunidad de aprendizaje para todos los presentes. Me he prometido no volver a guardar silencio, en beneficio de todas las mujeres. Hay que reflexionar sobre nuestros sesgos culturales. Aunque son innegables y se encuentran profundamente arraigados en nuestra identidad, no son indestructibles. Que nuestros principios y nuestras actitudes diarias sean congruentes. Todos y todas podemos hacerlo mejor.

POR CLAUDIA LUNA
@CLAUDIALUNAHDZ

PAL