COLUMNA INVITADA

Caballo de Troya en la judicatura

Estas personas erosionan al Poder Judicial desde dentro, al tener sin pudor nexos políticos y actuar en favor de ellos, cual caballo de Troya

OPINIÓN

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Gabriel Mendoza Elvira / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

La autonomía e independencia son principios fundamentales en la impartición de justicia, para poder garantizar su objetividad e imparcialidad. Para ello, el poder judicial y, sobre todo, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), cuenta con garantías institucionales previstas en la Constitución. Entre otras, se prevén requisitos específicos para ocupar el cargo, un procedimiento compuesto para el nombramiento, irreductibilidad de las remuneraciones durante el encargo y la garantía de una haber de retiro al final del mandato.

Para ocupar una ministratura en la SCJN se requiere no haber ocupado ciertos cargos públicos de naturaleza política en el último año al menos. Durante el encargo existe prohibición para ocupar otros cargos públicos. Después de su retiro, en al menos dos años, hay impedimento para hacerlo. Es decir, existen prohibiciones antes, durante y después del ejercicio del encargo que buscan que quienes lo hagan estén los más alejados posible de intereses políticos.

Por ello, a las ministras y ministros de la SCJN se les garantiza una remuneración adecuada, por demás decorosa, con un haber de retiro de similares características, que les brinda estabilidad económica vitalicia. La norma es clara, el cargo está diseñado para ser apolítico y terminal en la carrera profesional. Insisto, se trata de garantizar la independencia e imparcialidad.

Ese fue uno de los objetivos y virtudes de la reforma de 1994 al Poder Judicial, que lo fortaleció para que verdaderamente fuera el tercer Poder de la Unión, contrapeso de los otros dos, de naturaleza política y que son electos por el voto popular.

Dicho lo anterior, llama la atención que, a pesar de esas garantías institucionales previstas en la Constitución integrantes del máximo tribunal se involucren en la política y se sumen a proyectos políticos y partidistas.

En la época contemporánea de la SCJN tenemos tres ejemplos, con independencia de que en el ejercicio de la función algunas o algunos pueda ser también etiquetada como parcial. Primero, Juventino Castro que fue postulado y electo diputado por el PRD, cinco años después de haberse retirado como Ministro.

Le siguió Olga Sánchez Cordero, que, a pesar de que el artículo 58 constitucional exige al menos tres, a poco más de dos años de haberse retirado como ministra, cargo que ejerció durante veinte años, fue postulada y electa como Senadora de la República por Morena, y nombrada en diciembre del propio 2018 Secretaría de Gobernación.

Ahora se suma Arturo Zaldívar, quien renuncia como ministro, a un año del término de su encargo, porque -dice- sus aportaciones al país desde esa posición se han vuelto marginales y -estima- es de la mayor importancia sumarse a la consolidación de la “transformación de México” desde espacios que le brinden mayor oportunidad de incidencia. Unos minutos después, Claudia Sheinbaum, virtual candidata presidencial de Morena, pública en sus redes sociales su acuerdo con Zaldívar de “trabajar juntos para avanzar en la transformación del país”.

Vaya descaro. Un ministro altamente criticado por su gestión como Presidente de la SCJN y el Consejo de la Judicatura, por su empatía y cercanía con López Obrador, ahora renuncia para sumarse al proyecto político de la candidata Sheinbaum, a pesar de que la Constitución exige una causa grave para la renuncia. Además, adelanta su relevo y permite al actual presidente nombrar a una nueva ministra, seguramente fiel a la autonombrada cuarta transformación, por un periodo de 15 años, o bien, suma la lista de órganos del Estado indebidamente integrados.

¿Qué parte de que la impartición de justicia debe ser imparcial e independiente, ajena a la política, no han entendido? Estas personas erosionan al Poder Judicial desde dentro, al tener sin pudor nexos políticos y actuar en favor de ellos, cual caballo de Troya. Pero el problema se traslada a la impunidad, porque quienes son responsables de juzgarles son precisamente quienes les abren las puertas en sus bancadas y proyectos políticos. Es de ilusos pensar que los sancionarán.

POR GABRIEL MENDOZA ELVIRA
ABOGADO CONSULTOR 
@GMENDOZAELVIRA

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