COLUMNA INVITADA

Soy un campesino medieval y quiero un perro

Así empieza esto, digamos que soy un campesino en el año 1200 y quiero tener un perro

OPINIÓN

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Ignacio Anaya Minjarez / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: El Heraldo de México

Así empieza esto, digamos que soy un campesino en el año 1200 y quiero tener un perro. Tan sencilla cuestión en el actual 2023 que resulta tan complicada al momento de pensarla hace más de 800 años. Pero bueno, el punto es que quiero un canino de compañía que me pueda ayudar con el trabajo de todos los días. Se clasifican en dos tipos principales: sabuesos y perros falderos. No un faldero, esos pequeños y delicados seres que ni siquiera están a mi alcance, son para la nobleza que no se puede tomar el tiempo para caminatas largas. Un sabueso gris o marrón es la única opción.

Ahora viene lo difícil: adquirirlo. Me han contado que entre la nobleza es común recibir mascotas de regalo, pero mi posición humilde significa que tengo que depender de la generosidad o de un acuerdo accesible. La adquisición de un perro para un campesino como yo no es tarea fácil. No puedo comprar un perro de un criador renombrado de donde los obtienen mis señores. Más bien, debo de obtenerlo de la camada de alguien conocido. Escuché que mi vecino está regalando cachorros de un perro descuidado, creo que les dicen Mastín, no son la gran cosa, aunque veré si tiene alguna de sobra.

Por suerte todavía le quedaba uno y fue muy amable de regalármelo. Llevo días entrenándolo y adaptándolo a su nueva vida, cuidando de cumplir con las leyes para evitar problemas, pero más importante, debo legalizarlo. No puedo andar simplemente con él por ahí. Soy legalmente responsable de él, cualquier mal que haga, sin importar el daño, yo pago las consecuencias. Se tiene que portar muy bien. A fin de cuentas, solo soy un campesino y mi perro debe ser sinónimo de mi estatus. Lo debo mutilar, quitarle sus garras y limar sus dientes, pues no tengo permiso para ser dueño de un perro de caza, ni lo tendré. Las multas son caras, no quiero pagar tres chelines de multa. Ni modo, ¿qué le puedo hacer? Lo bueno es que ya tengo un perro.

Esta muy pequeña historia nos da una visión de las complejidades y restricciones de la vida medieval, especialmente para alguien tan pobre como un campesino. La tenencia de mascotas y la relación con los animales era significativamente diferente en la Edad Media comparada con hoy, siendo profundamente influenciada por la posición social y las regulaciones legales.

POR IGNACIO ANAYA

COLABORADOR

@Ignaciominj

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