COLUMNA INVITADA

De fideicomisos públicos y abusos

A partir de su desaparición, los recursos serán administrados de forma directa, sin intermediarios

OPINIÓN

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Luis David Fernández Araya / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La extinción de los fideicomisos públicos fue un tema necesario y técnico, pero no es lineal. 

Si lo pudiéramos dibujar estaríamos cerca de algo más parecido a un panorama de valles y montañas, muchos de ellos inaccesibles. 

Por ello, resumir el tema a la simple afirmación de que con su desaparición se elimina el recurso no sólo es un despropósito, sino que se asume irresponsable, debido a que su explicación es más profunda y está relacionada con la histórica corrupción para la que eran usadas muchas de estas figuras administrativas, y también, como respuesta ante esta inesperada pandemia que nos sigue demandando atenciones. 

Dicha complejidad la han simplificado los detractores resumiendo que se le quitarán recursos a ciencia, deporte, investigación, cultura, cine, etc. 

No, solamente se modifica la mecánica en la entrega del recurso, no el recurso en sí mismo. Se desaparecen las estructuras administrativas del gasto, no el gasto. Debe quedar claro de una vez por todas.

Esto significa que se está modificando la manera de su administración. 

A partir de su desaparición, los recursos serán administrados de forma directa, sin intermediarios, lo que significa eficientar su entrega, no extinguirla.

Como se sabe, muchos fideicomisos en México venían siendo utilizados para no transparentar, y en su caso, desviar recursos públicos. 

Por ejemplo, cuando les era asignado el presupuesto a cada entidad, dependencia u órgano autónomo y al recurrir al subejercicio, usaban precisamente estas figuras para destinar recursos que no habían ejecutado, e
incluso incurrir en casos de corrupción.

Una corrupción ejercida por las diversas redes que fueron tejidas, y cuya extinción viene a dar un duro golpe a estas estructuras complejas. 

No gustó porque quienes hacían uso discrecional de las figuras se quedaron sin esa posibilidad. 

No gustó porque el golpe fue directo, sin mediar nada y tenía que ser así porque así funcionan las redes complejas de corrupción. 

No son individuos aislados, sino nodos complejos con diferentes funciones, algo parecido al comportamiento que tienen los genes del cáncer, donde miles de estos se alteran, algunos son causa y otros tantos, efectos. 

Tal es el caso de esta clase de fideicomisos que, por medio de redes complejas de empresas, fundaciones, contratos, parentescos y muchas más formas venían simulando. 

Por eso, como el cáncer, muchos médicos saben que la única solución está en extirparlos, no en recetar paliativos que resultan ser momentáneos. 

POR LUIS DAVID FERNÁNDEZ ARAYA
ECONOMISTA
@DRLUISDAVIDFER

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