LA ENCERRONA

Politizar la tragedia

El pasado 25 de octubre el huracán categoría 5, Otis, tocó tierra en el puerto de Acapulco, el más fuerte de la historia. Las imágenes que se presentaron vía redes sociales y televisión fueron devastadoras

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

“Vamos a estar informando diario, porque esa es la mejor medida para tener tranquilos a los familiares que no localizan a sus seres queridos”. López Obrador.

El pasado 25 de octubre el huracán categoría 5, Otis, tocó tierra en el puerto de Acapulco, el más fuerte de la historia. Las imágenes que se presentaron vía redes sociales y televisión fueron devastadoras. Los derrumbes de hoteles y afectaciones en el 80 % de la red hotelera, más de 220,000 casas afectadas, avenidas fue como si estuviéramos viendo una película de terror, y como tal, después de la tormenta le siguió la crisis de suministros alimenticios, fallos en electricidad que afectaron a más de 500 mil personas, así como una total incomunicación por horas.

Sin lugar a dudas Otis ha dejado una crisis terrible en el estado de Guerrero y en todo México y como ha sido el sello distintivo de este gobierno, su manejo ha sido igual de desastroso. Ya lo vimos en el desabasto de gasolina, en el famoso “Culiacanazo” y, de manera muy evidente, durante la pandemia por la Covid-19. Si bien he destacado la comunicación política que realiza López Obrador, también tengo que decir que su comunicación de crisis es de las peores vistas en nuestro país. Las constantes negaciones, minimizar la catástrofe, denotan un desdén hacia las personas afectadas y, sobre todo, siempre trasladar la culpa a la oposición y adversarios “conservadores” es una fórmula que no le hace bien al país.

Las frases “como anillo al dedo” en pandemia o “no fueron tantos muertos” en la tragedia de Acapulco (van 45 decesos y 47 personas no localizadas) demuestran una vez más que sus mañaneras se han convertido en un show poco sensible, en su espectáculo diario para denostar a sus adversarios y señalar algún enemigo nuevo. Además de su fórmula de -negar, minimizar y culpar-, López Obrador quiere tener el control de “la solución”, como lo vimos en la emergencia sanitaria cuando estatizó la distribución de vacunas (en ese momento no fue mala decisión), ahora pretende controlar la apoyar y solo los militares y su gobierno podrán ayudar al estado de Guerrero.

Estas muestras de cómo afrontar las crisis y su comunicación hablan mucho del perfil de este gobierno. “Les propongo a los integrantes del Poder Judicial, un acuerdo, que se destinen los 15 mil millones a apoyar a los damnificados de Acapulco y que ellos formen parte del comité que va a vigilar la aplicación de los fondos”, dijo el mandatario en otra politización de la tragedia. Sus dichos deberían ser para informar, para orientar, para proteger y dar tranquilidad a todas las personas que durante horas no sabía qué pasaba con familiares y amigos en la zona afectada. Causar aliento y salvar vidas debió ser su único propósito. Sin embargo, en realidad salvaguardar las vidas de las personas, su patrimonio y la calma de la población afectada y no afectada es lo que menos les interesa, su objetivo es la ostentación de poder y así reflejarlo de manera electoral.

Así, a un año de los comicios electorales, otra tragedia azota al país y, todo parece indicar, que quien lo va a capitalizar será el presidente y su partido a nivel nacional, puesto que la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, tampoco ha podido dar una respuesta sensible y mucho menos certera ante la tragedia. Veremos en qué acaba esta mala actuación del gobierno respecto a la tragedia de Acapulco, sin embargo las observaciones deberán ser de la ciudadanía a las acciones y dichos del gobierno actual.

POR: ADRIANA SARUR

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@ASARUR

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