LA NUEVA ANORMALIDAD

Estado del tiempo y tiempo del Estado

Acapulco, tras el paso de Otis, es una de las evidencias más claras de cómo el Estado es a un tiempo omnipresente y ausente; ha quedado rebasado ante la tragedia

OPINIÓN

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Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Hubo una hora –de hecho muchas: el timeline publicado ayer por Carlos Loret de Mola en El Universal es demoledor– para alertar a la población de Acapulco de la tragedia por venir, para hacer uso de esa herramienta científica de protección civil que es la meteorología. La omisión de cualquier autoridad en hacerlo prefiguraría ya lo que hemos constatado en los últimos días a propósito del Estado mexicano: que es a un tiempo omnipresente y ausente.

Es el actual el gobierno más estatista en la historia reciente: uno que desconfía de las policías y encomienda a las Fuerzas Armadas la vigilancia, la protección y el combate al crimen, lo mismo que toda suerte de tareas que antes desempeñaban otras instancias, públicas o privadas; uno que considera superfluos los órganos autónomos y, pretextando austeridad, busca sustituirlos por instancias del Ejecutivo; uno que sostiene que la hacienda pública debe ser administrada en su totalidad por las dependencias de la administración pública federal, y que tiene la figura del fideicomiso por sinónima de opacidad y vehículo de corrupción.

El estatismo no es especialmente democrático –no en mi acepción liberal de la palabra, regida por los contrapesos, la división de Poderes, la rendición de cuentas y la transparencia– pero no tiene por qué ser ineficiente: ejemplos de ello sobran, del México del desarrollo estabilizador a la China contemporánea. Para dar resultados requiere, sin embargo, una mezcla de pericia administrativa y voluntad política, ausentes en este gobierno.

La prevención de desastres no dispone más de un fondo permanente administrado por un fideicomiso sino de una partida anual –y por tanto perecedera– del PEF… pero no hay una previsión de excepción en el próximo proyecto de presupuesto. El Ejecutivo federal ha dispuesto que toda la entrega de víveres y apoyos en especie sea efectuada a través de las Fuerzas Armadas… pero ni de lejos ha logrado distribuir agua, comida, gasolina en cantidades mínimamente suficientes. El paso de las camionetas con cajas de provisiones es impedido por retenes mientras en Acapulco muchos pasan las noches a la intemperie, y muchos saquean las tiendas incluso de día.

La Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales ha protestado por esos saqueos, y tiene razón. Tienen también razón quienes acaso se vean reducidos a perpetrarlos ante la ausencia de satisfactores básicos. También es inevitable que en semejante situación emerja una economía informal de guerra, un mercado negro.

Acapulco pone en evidencia un régimen menos interesado en el estatismo que en su narrativa, uno que pretende convencernos de que quiere hacerlo pero en la práctica sólo quiere decirlo todo.

Debería ser el tiempo del Estado. El régimen gobernante no puede ni con el estado del tiempo.

POR NICOLÁS ALVARADO

COLABORADOR

IG y Threads: @nicolasalvaradolector

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