COLUMNA INVITADA

Otis, Acapulco y la rapiña

La demora del gobierno es alarmante, y se evidencia que su partido busca obtener beneficios políticos de la tragedia. Es evidente el riesgo inminente de conflicto social en Guerrero

OPINIÓN

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José Lafontaine Hamui / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Lo que antes era una responsabilidad natural de las fuerzas armadas, ahora se les haya delegado, tras varios días, la tarea de atender los daños y víctimas provocados por "Otis". Si bien la demora es preocupante, es una característica recurrente en el actual gobierno, donde el error es más la norma que la excepción. Además, las fuerzas armadas actualmente gestionan otras actividades empresariales y administran una vasta cantidad de recursos. Sin embargo, no podemos olvidar que históricamente han asistido a millones de mexicanos en situaciones adversas. Sería conveniente que priorizaran estas misiones de ayuda, ya que la ejecución del Plan DN-3 está más alineada con su función que actividades como la construcción de trenes o la gestión de aerolíneas civiles.

La demora del gobierno es alarmante, y se evidencia que su partido busca obtener beneficios políticos de la tragedia. Es evidente el riesgo inminente de conflicto social en Guerrero, especialmente en Acapulco, si no se atiende la situación y se permite la asistencia y apoyo externos. La escasez de alimentos, electricidad y comunicaciones ha propiciado saqueos en comercios, la conocida rapiña, que hace ver a los buitres como simples canarios.  Si bien algunos saqueadores podrían sustraer artículos esenciales, lo que no justifica pero podría explicar su conducta, es notorio que la gran mayoría se lleva objetos como televisiones, muebles, electrodomésticos de gran tamaño, que difícilmente se considerarían de primera necesidad, especialmente cuando no hay electricidad para utilizarlos.

El gobierno ha distribuido tan solo 7,500 despensas y 7,000 litros de agua. Se ha restablecido la electricidad para la mitad de los usuarios afectados, y la telefonía funciona al 60%. A pesar de la falta de gasolina y del saqueo a comercios con víveres, curiosamente nunca faltan tortas y refrescos para los mitines de Claudia Sheinbaum y durante los paseos presidenciales.

El presidente dice que no pudieron prevenirlo, ni proteger a la población con anticipación, como siempre ellos tienen otros datos, pero veamos los hechos ciertos y circunstanciados que siempre tendrán más peso que la labia presidencial.

El 23 de octubre, el Centro Nacional de Huracanes (CNH) en Miami reportó que Otis, a 605 km de Acapulco, era una tormenta tropical. Las autoridades de Guerrero advirtieron sobre lluvias, mientras México coordinaba la respuesta basándose en alertas de Miami. A pesar de un crédito del Banco Mundial en 2012 para fortalecer el sistema meteorológico mexicano, el proyecto se detuvo en 2016. Actualmente, solo cinco radares operan en el país.

El 24 de octubre, a las 7 a.m., el CNH informó sobre Otis. A las 10 a.m., su intensidad se acercaba a la de un huracán, y se confirmó al mediodía. Un avión estadounidense inspeccionó y confirmó su rápida intensificación. Las condiciones, incluido el fenómeno de El Niño, favorecían su fortalecimiento. A las 3 p.m., el avión reportó vientos de 205 km/h y pronosticó un huracán peligroso al tocar tierra. A las 7 p.m., el CNH anticipó un impacto "catastrófico". Aunque el Presidente pidió precaución en redes sociales, su alerta parecía menos urgente. El presidente reconoció haber sido informado de la situación horas después del reporte inicial del CNH. A las 10 p.m., se reiteró el potencial daño, y a medianoche se confirmó que Otis impactaría en Acapulco. El huracán tocó tierra media hora después.

Ya después de la tragedia, al día siguiente, mientras se evaluaban los daños materiales y las pérdidas humanas, el presidente, en su conferencia, resaltó su popularidad y criticó a Loret de Mola por su riqueza, optando, con la genialidad que lo sigue a donde va, en viajar por carretera a un estado mayormente incomunicado, concetrándose en su propio narcisismo que en los hechos lamentables.

No me sorprende que ese día 24 de octubre, no se haya reunido el Comité Técnico de Ciclones Tropicales, el ente encargado de monitorizar la emergencia y garantizar la prevención. Sin embargo, sobra decir que el comité que seguramente sí se reunió fue el de Morena, buscando cómo transformar la catástrofe en una raja política. Estos actos no los diferencian de los saqueadores de Acapulco, al igual que estos, son rapiña política, que dolor por Acapúlco y que dolor por México.

POR JOSÉ LAFONTAINE HAMUI

ABOGADO

PAL