COLUMNA INVITADA

La prédica del ejemplo

En el transcurso de la vida, como su trágico personaje Anna Karenina, el literato ruso surcó una grave crisis moral que lo llevó a cuestionarse el estado de cosas de la Rusia zarista

OPINIÓN

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Juan Luis González Alcántara / Columna Invitada / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Nació en el seno de una familia nobiliaria y adinerada en una época en la que los gobernantes aún sostenían como justificación el derecho divino de los monarcas. Durante su juventud vivió acorde a los parámetros que la riqueza y la élite aconsejaban.

Me refiero al gran escritor ruso León Tolstoi. No obstante, desde esas épocas núbiles –cuenta el francés Romain Rolland– el autor de La guerra y la paz ya manifestaba una ideología peculiar sobre las cosas públicas y la vida privada. Por ejemplo, a pesar de la erudición que le caracterizaba a Tolstoi abandonó la Universidad de Kazán porque no soportaba a “los hombres elegantes” y prefería la solaz finca familiar de Yasnaia Poliana. Pero no sólo para el esparcimiento propio, sino para el acercamiento con la clase campesina.

En el transcurso de la vida, como su trágico personaje Anna Karenina, el literato ruso surcó una grave crisis moral que lo llevó a cuestionarse el estado de cosas de la Rusia zarista. Así, criticaba acremente la democracia liberal que se implementó a fuerza de calzador por medio de una Duma –que en honor a la verdad los sesgos parlamentarios en la Rusia de finales del XIX fueron meramente simbólicos–.

En otro episodio de este despertar emocional de Tolstoi, enfiló su crítica a la iglesia ortodoxa al señalar que: hay un dilema entre el deber de lealtad irrestricta a una fe impuesta o el amor por la verdad. La disyuntiva la resolvió mediante un proverbio ruso: “un viejo que miente es un rico que roba”, por ende, prefirió la verdad –y, por supuesto, la excomulgación–.

Siempre cuestionando, como parte del movimiento de la vida como él lo llamaba, también se desilusionó de la barbarie de los revolucionarios rusos. Las crueldades, las simulaciones, la falsa suficiencia que demostraban a la menor provocación y la insoportable vanidad eran los elementos que Tolstoi les echaba en cara.

Por eso optó siempre por un pacifismo y una oposición no violenta embebida de sus lecturas de Henry David Thoreau y que influenció, a la vez, a Mahatma Gandhi con quien mantuvo alguna correspondencia.

En el refugio sempiterno de Yasnaia, Tolstoi se despojó franciscanamente de todos los lujos y privilegios materiales –a pesar de vivir en un castillo rural– para dedicarse a la atención y necesidades del pueblo que le era circundante.

La influencia de Tolstoi permeó en la enseñanza mexicana quizás por la influencia directa de Vasconcelos, quien a decir de Torres Bodet le profesaba una admiración sin reservas.

Torres Bodet nos recuerda un fragmento que inspirado en el pensamiento de Tolstoi, Vasconcelos replicó ante maestros: "Todos los hombres son, en cierto sentido, hombres de transición, puesto que viven entre el pasado y el porvenir fascinante; pero así como hay generaciones sobre las cuales pesa la obra del ayer, y otras se entregan por entero al presente, ebrias de su pequeñez y su confusión, de igual manera hay generaciones, como la nuestra, que han adoptado el mañana como su patria definitiva."

Podemos estar o no de acuerdo con Tolstoi, pero algo que se le debe reconocer es que fue congruente con sus ideas, pasó de la proposición a la acción y predicó con el ejemplo. No habló ni actuó para los privilegiados del pensamiento, sino para la gente ordinaria –hominibus bonae voluntatis–…, a pesar de vivir en un palacio.

POR JUAN LUIS GONZÁLEZ ALCÁNTARA

MINISTRO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN

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