HORIZONTE GLOBAL

El petróleo y la nueva geopolítica Mundial

El sistema energético mundial todavía guarda cierta dependencia del petróleo y de los acontecimientos en el Medio Oriente, se ha observado una clara diversificación de las fuentes energéticas

OPINIÓN

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Isabel Studer / Horizonte Global / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El 16 de octubre marcó el 50 aniversario del embargo impuesto por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) como resultado de la Guerra del Yom Kippur. Este evento tuvo un impacto inmediato en el sector energético, especialmente en EU, y sus repercusiones se prolongaron con la crisis de la Revolución Iraní y la guerra entre Irán e Irak. 

Hoy, aunque el sistema energético mundial todavía guarda cierta dependencia del petróleo y de los acontecimientos en el Medio Oriente, se ha observado una clara diversificación de las fuentes energéticas.

La transición hacia una matriz energética más sostenible, impulsada por el Acuerdo de París y el compromiso global de países tanto desarrollados como en desarrollo de lograr emisiones netas cero para el año 2050, está moldeando la geopolítica global. 

China ha emergido como líder en la generación de energías renovables y en la producción de vehículos eléctricos, seguida por la Unión Europea, que ha acelerado sus esfuerzos hacia la adopción de energías limpias debido a la escasez de gas como resultado de la invasión de Rusia en Ucrania. Estados Unidos, bajo la administración de Joe Biden, ha comprometido importantes recursos para acelerar la transición energética.

A pesar de desafíos como la pandemia del COVID-19 y restricciones en las exportaciones de gas desde Rusia hacia Europa, varios países, incluyendo a Alemania, se vieron obligados a recurrir al carbón como una solución a corto plazo.

No obstante, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía, hemos alcanzado el pico de la demanda de petróleo y, por primera vez en 2022, las inversiones en energías limpias superaron a las inversiones en combustibles fósiles. 

En 2015, ya habíamos alcanzado el pico de la demanda de carbón, y se prevé que el gas siga un camino similar en las próximas décadas.

Uno de los factores significativos en este cambio ha sido la disminución del consumo de estas energías por parte de China, que antes representaba dos tercios de la demanda global.

Beijing ahora produce más de la mitad de los vehículos eléctricos en todo el mundo, y se espera que para 2030 esta cifra aumente 10 veces. 

Aunque algunos países árabes todavía controlan una tercera parte de las exportaciones de combustibles fósiles, varios ya no reinvierten sus ganancias en nuevos campos petroleros. 

Por ejemplo, Aramco ha diversificado sus inversiones en gas natural, hidrógeno y energías renovables, además de construir refinerías fuera de Arabia Saudita para exportar su futura producción petrolera, destinando sólo una parte de sus ganancias a campos petroleros existentes.

Es imperativo que México se sume a esta transición. Debe comenzar disminuyendo las emisiones de metano en la generación de gas de Pemex para reducir las importaciones de gas de EU, acelerar la electromovilidad para no depender de la importación de gasolina, reconvertir sus refinerías a la industria petroquímica e invertir en infraestructura de transmisión eléctrica y energías renovables. Sólo así podrá aprovechar los beneficios del nearshoring, garantizar la seguridad energética y evitar una pérdida de relevancia en el nuevo escenario geopolítico mundial.

POR ISABEL STUDER

PRESIDENTA DE SOSTENIBILIDAD GLOBAL

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