La transformación digital que experimenta el mundo requiere de tecnología capaz de controlar los miles de dispositivos que se incorporan a la red global y procesar los miles de zettabytes que se generan diariamente. En este contexto, la automatización demanda la utilización de Inteligencia Artificial (IA) para apoyar la digitalización de los procesos, mejorar la interacción hombre-máquina y lograr resultados óptimos. Por ende, se ha generado una competencia entre múltiples plataformas de inteligencia artificial (IA) por contar con el mejor producto, generar contenido original y dominar el escenario internacional.
La competencia entre grandes compañías tecnológicas como Open AI, Microsoft y Google ha traído consigo el desarrollo de IA generativa que busca diseñar productos diferenciados que den respuesta a las demandas de los usuarios y logren dominar el mercado mundial.
Para tal efecto, Open AI ha puesto en el mercado ChatGPT y DALL-E como sus productos estrella. Por su parte, Microsoft ha presentado sus plataformas Copilot y Bing como los medios ideales que apoyan la transformación digital. Finalmente, Google ha diseñado Bard como su modelo de IA a seguir. Para sus creadores todas ellas son mejores que las otras dos para generar contenido original de alta calidad, aunque está por verse.
Lo que sí es real es que todas cuentan con esta capacidad creativa que ha trastocado sectores antes dominados por el ser humano. Por ejemplo, la creación de obras de arte pictóricas, musicales y/o poéticas con maestría hace que estas compitan con reconocidas creaciones humanas, dificulta determinar quién es el autor o saber si se ha cometido plagio tecnológico, entre otras cosas. A lo antes citado, debe sumarse la falta de regulación sobre obras elaboradas con IA, la falta de capacidades para diferenciarlas de aquellas hechas por humanos y el potencial impacto económico-social que esto representa.
Sin duda, la IA se ha convertido en una herramienta de poder en el escenario internacional. Al respecto, desde 2017, el carácter estratégico y geopolítico de la IA fue puesto de manifiesto por el presidente ruso Vladimir Putin quien afirmó que quien controle el desarrollo de la IA podría controlar muchos de los acontecimientos a nivel mundial. Dicha visión pone de manifiesto la importancia de la IA no solamente como herramienta de progreso para la sociedad civil, sino como un instrumento útil para las acciones político-militares.
En resumen, la lucha entre las grandes tecnológicas por contar con la IA más poderosa es una realidad innegable. Lo que viene con la IA podría tanto beneficiar al ser humano como generarle serias complicaciones. Por ello, los diversos actores deben actuar con ética y responsabilidad al momento de utilizar una tecnología disruptiva como la IA.
POR ADOLFO ARREOLA GARCÍA
PROFESOR INVESTIGADOR UNIVERSIDAD ANÁHUAC MÉXICO
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