LA NUEVA ANORMALIDAD

Tenemos que hablar de Jada

Jada Pinkett-Smith, al confesar su separación de Will Smith, abrió un debate: ¿sólo busca el spotlight a costa de su aún esposo? o ¿es víctima de su género o de su raza?

OPINIÓN

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Nicolás Alvarado / La Nueva Anormalidad / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Tenemos que hablar de Jada Pinkett-Smith. Lo que debe llenarla de júbilo.

Pinkett-Smith es una actriz cuya carta de presentación es un personaje de reparto en varias secuelas de una cinta clásica –The Matrix– aunque no en la cinta clásica misma. No ha sido candidata a un Oscar ni a un premio en un festival de cine. No tiene carrera teatral pero sí una nominación al Tony, en tanto coproductora del musical Fela!, al que se sumara como inversionista para su traslado a Broadway. Ha grabado dos discos con su banda Wicked Wisdom, inactiva desde 2006. No ha sido nominada al Grammy. Tiene un Emmy como presentadora de un talk show que conducía con su madre y su hija, y en el que administraba confesiones emocionales de celebridades. También ha publicado un libro infantil.

No minimizo sus logros: acaso sean más que los de quien esto escribe. Sólo que uno es consciente de su irrelevancia, y no anda publicando a los 48 libros de memorias de 416 páginas porque sabe que sus vivencias no revisten interés público. A sus 52, y con esa trayectoria, Pinkett-Smith cree que las suyas sí.

Peor: tiene razón.

Publicado la semana pasada, Worthy no parece llamado a ser bestseller: ocupa el puesto 81 entre los más vendidos de Amazon, y no ha alcanzado a colarse al Top 100 de Kindle. Sin embargo, Pinkett-Smith lleva días acaparando la conversación en medios y redes, avatar nada sorprendente de una cultura que no puede resistirse al escándalo, aun recalentado: en esas memorias la actriz confiesa llevar 7 años separada de su esposo Will Smith, y por tanto que no eran ya pareja –pese a presentarse como tal– cuando el ganador del Oscar golpeara al comediante Chris Rock en una transmisión global en vivo, dizque para defender la honra de su señora. La oportunidad de la confesión –cuando el marido ha visto su impertinencia castigada por la cancelación y su futuro en la industria se antoja incierto– ha sido leída como oportunista en la opinión mayoritaria, a la que me sumo: huele a intento de la actriz por atraerse unos urgentes reflectores –su talk show ha salido del aire, y no filma desde 2021– a fin de salvar su carrera a costa de su cónyuge incómodo.

No seré yo quien critique que una revista tan prestigiada como The Atlantic dedique un ensayo al fenómeno pero sí quien objete el enfoque. “Me parecen terriblemente injustas todas las críticas a Pinkett Smith”, escribe ahí Jemele Hill. “Por desgracia, cuando las mujeres negras dan el paso valeroso de dar voz a su dolor, trauma, frustraciones. y vulnerabilidades enfrentan por lo general sorna, escepticismo y desdén”.

Honro a Rosa Parks, a Maya Angelou, a Nina Simone. Celebro a Halle Berry y a Beyoncé. Respeto a Kamala Harris. ¿Jada Pinkett-Smith? Me la figuro siempre en compañía de las Kardashian (tan bronceadas) y de Amber Heard (tan nívea).

POR NICOLÁS ALVARADO

COLABORADOR

IG Y THREADS: @NICOLASALVARADOLECTOR

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