COLUMNA INVITADA

El gusto por la libertad

De pronto, se detienen aquellos momentos en los cuales las calles se pavimentan; y es palpable el deterioro de los edificios públicos

OPINIÓN

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Sara Morgan / Columna Invitada / El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Seguro ahora, te percatas de lo que sucedió ante la baja de inversión en los órganos públicos. La reducción ha dado paso a un desorden que ha frenado o destruido las funciones necesarias en la labor estatal. 

Estamos en ruinas; y ello habla de dos cosas fundamentales: la apatía social al elegir a los gobernantes; y la indiscutible habilidad de algunos políticos de obtener posiciones estratégicas en el país, o estados, mediante el compromiso con grupos de poder, (a los que si cumplen), pues se han formado a partir de medios violentos, como el desalojo de propiedades, la invasión de espacios ecológicos, el desorden comercial, la propagación del ambulantaje, el sometimiento de la autoridad y; de las personas en ciertos lugares. En general, ilícitos. Por ello, el reparto de dinero público se propaga como pólvora encendida, hacia “canales específicos”; y con ello, se acompañan campañas con discursos cínicos, bajo los cuales se envuelven aquellos personajes que esconden sus verdaderos pensamientos e intereses de quienes buscan el poder para seguir destruyendo, porque a final de cuentas, en un país como México, la justicia sólo opera para los que sostienen una maquinaria de intereses muy variados. Nada que no sepamos. 

De pronto, se detienen aquellos momentos en los cuales las calles se pavimentan; y es palpable el deterioro de los edificios públicos. Se cae la pintura “antisísmica” del color del partido que haya ganado; y sólo se atienden algunas denuncias que son mediáticas para la población. Eso quiere decir que las elecciones han pasado.

Pero últimamente, los tiempos de propaganda son más extensos, debido a la multitud que aspira el poder; y la carencia de puestos públicos, y bienes suficientes para las necesidades de apropiación política de alta gama. Quedamos entonces, las personas de a pie, los que obedecemos las reglas, los empresarios, los trabajadores, a expensas de una ocurrencia que nuevamente atente contra nuestro patrimonio, bajo la premisa de una igualdad, que sólo opera en favor de la clase política. 

Las legislaciones no son de apropiación, sino de respeto en la convivencia libertaria de las personas, pero últimamente se han cambiado para promover la desigualdad. La apatía respecto a votar, ha representado que la democracia pierda su rumbo; y descarrile el progreso. 

Si no me crees, te pregunto. ¿Ya viste el metro? Viajar por él, detona tristeza. El desgaste pronunciado de sus escaleras de mármol, la suciedad anormal que acontece en esos túneles; las paradas de más de media hora, la sobrepoblación en determinados puntos; la fragmentación del transporte público insuficiente, que se combina con uno privado, lleno de abusos, donde lo mismo cobran cuotas superiores a lo establecido, que trastocan la seguridad de los usuarios.

Lo anterior, es sólo una reflexión para que reconsideres la importancia de tu participación en la democracia, ya que existen situaciones contundentes que de a poco van erosionando tus derechos. Te daré ejemplos: El uso del vehículo particular, es sumamente costoso y regulado; incluyen. Impuestos por refrendo o tenencia, tarjeta de circulación, verificación ambiental; placas, cobro de parquímetros y el uso del cinturón de seguridad eficiente, son requisitos indispensables; Pero el servicio de autobuses de pasajeros privados, sumamente deteriorados,  que expelen grandes cantidades de contaminantes, carecen de verificaciones ambientales “serias”; y ponen en riesgo, a todo el pasaje con conductas inadecuadas, tales como acoso; accidentes a terceros o al propio pasajero, acompañados de la impunidad de circular sin licencias que acrediten la capacidad de manejo; pueden pasar por encima de la propia autoridad que no se molestará en generarles una multa. Otro ejemplo: sucede cuando en los edificios donde se gestionan trámites gubernamentales, de orden estatal o federal, o en recintos donde se imparte la justicia; se aprecian sin disimulo, fracturas en las paredes, por lo que la falta de protección civil es absoluta. Dentro de los mismos, el desarrollo de las operaciones, por parte de los funcionarios públicos que aún quedan, es lenta. Por último, tendría que comentarte sobre el impuesto a tus ahorros. Pero por ahora sólo te quiero comentar que se nota un país, con un deterioro sistémico.

¡Te pregunto!, ¿ahora comprendes para qué es la democracia?  

POR SARA MORGAN
@MORGANSAREL
CONSULTORA LABORAL
DIRECTORA DE EQUITY JOB LAB

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