CUERPO Y ALMA

Elena, Clara y la ciudad feminista

El provocador de confusión entre gustar de un hombre guapo y votar por él solo por esa “razón”; aquél intersectado con clasismo, sexismo y racismo como coartada para normalizar las brechas educativa y salarial

OPINIÓN

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María Elena Esparza Guevara / Cuerpo y Alma / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Cuando nació Elena Poniatowska, las mujeres en México no podían votar ni ser votadas; tampoco cuando alcanzó la mayoría de edad. Ella, como mi madre y millones más, han sido testigas de una compleja lucha no por conquistar, como a veces nos dicen en versiones romantizadas del camino hacia la igualdad, sino por acceder a nuestros derechos políticos.

Elenita tiene 91 años y a través de su inagotable talento ha dado rostro a nuestros más profundos dramas sociales, desde “La noche de Tlatelolco” hasta el maltrato estructural a la mujer ilustrado en “Las Indómitas”. Por esas páginas transcurren historias anónimas de combatientes en la Revolución, biografías de artistas o el servicio invisibilizado de las trabajadoras del hogar. Tan lejos en el tiempo, en sus oportunidades y campos de acción, pero todas atravesadas por el patriarcado.

Ese que todavía hoy amenaza con echar abajo el acuerdo del INE para que cinco de las nueve contendientes a gobierno estatal a definirse en 2024 sean candidatas. El provocador de confusión entre gustar de un hombre guapo y votar por él solo por esa “razón”; aquél intersectado con clasismo, sexismo y racismo como coartada para normalizar las brechas educativa y salarial.

La buena noticia: hay un creciente contrapeso para deconstruirlo no sólo teóricamente, sino en la práctica de gobierno. Y ahí es donde me reencontré, inesperadamente, con Poniatowska. Me apareció en un TikTok emocionada porque acababa de conocer el Sistema Público de Cuidados que implementó Clara Brugada en sus 12 Utopías.

“Es profundamente bello y conmovedor. Yo no había visto hasta hoy a mis 91 años una obra que llegue tan al corazón”, se le escucha decir en el video y no es para menos. Brugada se ha propuesto transformar no sólo la vida pública sino también la privada. Concretamente, eso es liberar el tiempo de las mujeres para que puedan estudiar y trabajar fuera del hogar, desarrollarse profesionalmente y atender su salud mental.

Durante su mandato en Iztapalapa, en la CDMX, abrió 29 estancias infantiles, comedores que le disminuyen a las mujeres horas de cocina, lavanderías para que mientras una máquina hace el trabajo ellas tomen terapia o se den un masaje. No es una idea: ya sucedió. Cuando yo escucho que es tiempo de mujeres, no pienso en las políticas sino en el acceso a derechos para todas. 

Esa es la ciudad feminista que Elenita, Clara y millones más soñamos con hacer realidad.

POR MARÍA ELENA ESPARZA GUEVARA 
@MAELENAESPARZA

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