Con algunas excepciones, casi todo el mundo ha reprobado el atroz ataque armado del grupo terrorista Hamas contra la población civil en el territorio de Israel. Son agresiones que, grandes o pequeñas, sólo dejan odios, amarguras y una gran desesperanza en pleno siglo XXI y ante tantos retos que enfrenta nuestra vida planetaria de la contaminación ambiental, las sequías y el calentamiento global, a la desigualdad del ingreso, el hambre y la pobreza. Todo ello se reduce a la nada y la depresión cuando se registran hechos barbáricos como los del pasado 7 de octubre en Israel.
Como suele suceder ante este tipo de eventos, ahora se trata de desmadejar el problema, los porqués de tal agresión y hacia donde se enfocan realmente las hostilidades. Sin duda, el ataque a la población israelita no obedece solo al odio de un grupo terrorista. El asunto, parece, tiene alcances mayores, como poner en jaque a las democracias occidentales, lideradas por Estados Unidos.
Dado el actual rejuego geopolítico, no podría descartarse una posible conspiración de países aliados contra el bloque occidental y los EU, que a través de la brutal agresión de Hamas contra Israel buscaría provocar una reacción por demás violenta que de pie, primero, a un conflicto de alcance regional y segundo a una conflagración mundial.
Según especialistas Hamas, el grupo político y militar palestino que ha gobernado Gaza desde 2007, es un brazo importante de las milicias subrepticias comandadas por la república islámica de Irán, por lo que un ataque militar desmesurado de Israel a la Franja de Gaza, con la ilusoria finalidad de erradicarlo, podría conducir a una crisis regional que pudiera derivar en el involucramiento de otros países, en especial de los EU, principal aliado de los intereses israelitas.
Hoy no se pueden ignorar los grandes resentimientos de Rusia, China y otros países del medio oriente y asiáticos en contra de los Estados Unidos.
Vladimir Putin nunca olvidará que uno de sus peores días fue cuando se anunció la disolución de la Unión Soviética, promovida, según él, por los EU. Tampoco tolera que sean ellos quienes lideran el apoyo occidental ante su invasión a Ucrania.
Xi Jinping, que hasta antes de la pandemia no se cansaba de anunciar que en unos años China se convertiría en la primera potencia mundial, hay enfrenta una crisis económica derivada, en partes, de la pandemia de Coid-19 y el choque comercial de China con EU.
Kim Jong Un, de Corea del Norte, es un enemigo tradicional de los Estados Unidos, entre otras muchas razones, por el gran apoyo a su archienemigo Corea del Sur.
El gobierno islámico de Irán, principal promotor de Hamas, y enemigo acérrimo del estado de Israel, lo es, por tanto, de EU.
Y si se añade la sorpresiva reunión entre Putin y Xi el pasado viernes, no es difícil pensar que la agresión de Hamas a Israel sea una forma de distraer la atención de los EU de otros conflictos, como los de Rusia y Ucrania, China y Taiwán ó Corea del Norte y Corea del Sur, y que con el pretexto de una posible desmedida reacción militar israelí en Gaza el conflicto se extienda a todas esas regiones, lo cual, sin duda pondría en graves aprietos a EU.
Ojalá que la crisis que hoy se presenta en el Medio Oriente sea resuelta por vía diplomática, pues cualquier otra salida tendría consecuencias catastróficas para la humanidad.
POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA
ANALISTA POLÍTICO
MAAZ