COLUMNA INVITADA

No hay paz en el horizonte

Por otro lado, la guerra en Ucrania, que inició en febrero del año pasado, tampoco ayuda mucho como antesala de la actual situación que se vive en Oriente Próximo

OPINIÓN

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Javier García Bejos / Colaborador / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El conflicto entre Israel y Hamás ha llegado en el peor momento posible. Desde hace tiempo las democracias liberales de Occidente han estado experimentado una franca decadencia con la hegemonía global de EUA cada vez más en entredicho y la propagación cada vez más eficaz de liderazgos extremistas. A ello hay que agregar el ascenso de regímenes autoritarios como el de Rusia y China que se disputan vis a vis con Estados Unidos el liderazgo político, económico y militar en el mundo.

Por otro lado, la guerra en Ucrania, que inició en febrero del año pasado, tampoco ayuda mucho como antesala de la actual situación que se vive en Oriente Próximo.

Este es el escenario geopolítico en el que las tensiones entre Israel y Hamás se han intensificado.

Esto se ajusta a la naturaleza de la larga enemistad de muchos países árabes con Israel, que solo sirve para impulsar más la polarización, el racismo, el antisemitismo y la islamofobia. En estas dos semanas de conflicto, hemos sido testigos de numerosas protestas en favor de Palestina, de expresiones de odio y rechazo hacia el Estado de Israel, de actos violentos en Europa supuestamente perpetrados por musulmanes, el caso del profesor francés acuchillado, la evacuación de diversos recintos en Francia, Suiza y Bélgica, así como los dos ciudadanos suecos asesinado en Bruselas.

Sin embargo, también existe un doble rasero un poco extraño ya que erróneamente se confunde a la causa palestina con la de Hamás cuando son totalmente opuestas. Hamás pretende la destrucción del Estado de Israel y no solo ellos, Hezbolá, Irán y Líbano comparten el mismo sentimiento de odio. El infame ataque terrorista que ha tomado a cientos de rehenes ha tenido como objetivo despertar la ira de Israel y a Hamás no le ha importado usar a su propia gente como escudo humano.

Esto ha provocado la escalada de la violencia en Gaza y claras violaciones al Derecho Internacional por parte de Israel, al cortar el suministro de agua, electricidad y alimentos a la población que vive en la franja, así como el bombardeo a un hospital de esa región, cuya autoría sigue en entredicho: Israel acusa a Hamás y viceversa.

La situación que vive Gaza es dramática. En una superficie de tan solo 365 km² viven más de dos millones de personas en condiciones casi infrahumanas y sin ningún tipo de garantías individuales como ciudadanos. Hoy, la vida de millones de palestinos que residen en este estrecho territorio del mediterráneo ha visto como su vida se dirige hacia un infierno interminable. Muchos culpan de esto a Israel, pero la realidad es que en el maltrato a la vida de los palestinos hay responsabilidades compartidas.

Ante todo esto, a nadie sorprende que la zozobra esté rebasando las fronteras de los territorios en disputa. Y esto se debe en gran medida a la ausencia y debilidad de los liderazgos tanto de Occidente como de sus contrapartes.

Lo más lamentable de esta nueva guerra es que hay poco lugar para el optimismo. Tanto de un lado como del otro, las posiciones extremistas y fanáticas son las que han estado dilapidando una y otra vez las posibilidades de una solución pacífica que permita la convivencia, a la par de esto, tampoco queda claro de qué forma los organismos internacionales podrán intervenir en una desescalada de la violencia, lo cual, como hemos visto hasta ahora, es poco probable.

El escritor israelí Amos Oz, que siempre defendió la idea de dos estados, escribió alguna vez con respecto al conflicto entre su país y Palestina que “No hay otra solución porque los palestinos no se van a ir, no tienen adónde. Los judíos israelíes tampoco nos vamos a ningún lugar, no tenemos adónde. No podemos ser una gran y alegre familia porque no somos una familia. Somos dos familias muy infelices. Debemos dividir la casa en dos apartamentos más pequeños. No hay otra opción”.

Desafortunadamente ese sueño, por ahora, se ve muy lejano.

POR JAVIER GARCÍA BEJOS

COLABORADOR

@JGARCIABEJOS

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